Pese a ser apenas una adolescente, Asuna está acostumbrada a vivir sola. Ella se encarga de mantener limpia la casa, hacerse la comida, controlar sus estudios e incluso le queda tiempo para atender a un adorable felino que insiste en entrar al calor de su hogar. Perdió a su padre hace muchos años y su madre trabaja la mayor parte del día, así que Asuna se las tiene que apañar como puede. Pero pese a todo el trabajo que tiene que realizar, aún le queda tiempo para soñar.
Ésa es la premisa de Viaje a Agartha, una película de animación japonesa dirigida por el cineasta japonés Makoto Shinkai (5 centímetros por segundo). Un mundo onírico se abre camino ante la vida de la protagonista que, acompañada por el espectador, se sumerge en una nueva dimensión que nos plantea la siguiente pregunta: ¿hasta dónde estaríamos dispuestos a llegar para devolver la vida a nuestros seres queridos que hayan fallecido? La respuesta está clara ya desde el título de la obra: hay que llegar a Agartha.
Pasados unos minutos, Shinkai ya deja claras sus intenciones. Aquellos que estén dispuestos a escuchar una historia racional, donde haya personajes buenos y personajes malos claramente diferenciados, mejor que le den al botón de pausa y dediquen el tiempo a otra cosa, porque esta no es su película. Pero a todos los que deseen acompañar a Asuna en un viaje mágico, plagado de juegos morales de los que no se puede escapar sin perder algo y con un cuarto de hora final de aúpa, no hará falta consignarles a permanecer las dos horas bien atentos a la pantalla, porque la obra despide tal magia que quien quede atrapado en su red no volverá a escaparse hasta los créditos finales.
Está claro que, aunque recuerde vagamente a Miyazaki, Viaje a Agartha no llega a resultar una obra maestra de la animación al estilo de, por ejemplo, El viaje de Chihiro. Y no lo es porque hay una excesiva saturación de líneas argumentales en varios momentos, cerrándose alguna trama interesante y abriendo otras con menos interés. Paradójicamente, se deja un poco de lado el plano interior de la protagonista y la acción se centra más en desarrollar una tropa de personajes secundarios, cuando el comienzo nos podría haber hecho creer todo lo contrario. La variedad de estos secundarios es bastante amplia, algunos con más empaque (sobre todo los malvados) y otros que están de relleno.
A pesar de que esté catalogada como una película para todos los públicos, Viaje a Agartha requiere en realidad una comprensión sobre las cualidades humanas que la infancia no está en disposición de conocer. Hay ciertos detalles en la obra (atención al momento en el que se repasa la historia occidental contemporánea) que nos alejan de cualquier transfondo con pretensiones de enternecer, moldeando una atmósfera que bien podría haber sido digna de un film de terror.
Olvidando la mencionada vacuidad del guión en algunos momentos, la obra de Shinkai merece una reverencia por abordar el lado más débil del ser humano (muerte) a través de un mundo irreal en el que la fantasía campa a sus anchas, que a algunos les hará aguantarse las lágrimas pese a huir de casi toda racionalidad posible. Sería injusto realizar una comparación directa con Miyazaki, aunque es evidente que bebe mucho de él, pero Viaje a Agartha tiene cualidades suficientes como para hacerse un hueco entre la filmografía de animación japonesa en lo que va de Siglo XXI.
No entiendo España. ¿Cómo se puede traducir el título «Children who chase their last voices from the deep below» por «Viaje a Agartha? Eso es simplificar la película.
Muy pretenciosa para mi gusto, por cierto. Makoto Shinkai es mucho mejor cuando trata de hacer historias menos épicas, aunque recuerda por tramos a su primera «Beyond the clouds» La escena final con el dios de Agartha, buenísima. Coincido con la reseña en líneas generales.