Hace poco menos de un año escribí un pequeño artículo sobre Fenix 11*23 (Joel Joan, Sergi Lara) en el que señalé que el cine catalán cuenta al menos con tres títulos dignos de ser recordados, a saber, Salvador (Puig Antich) (Manuel Huerga), Tres dies amb la família (Mar Coll) y Pa negre (Agustí Villaronga). Este hecho puede enfocarse desde dos perspectivas. La primera responde a un punto de vista crítico ante lo dramático de que nuestro cine no tenga más que tres títulos interesantes que ofrecer. La segunda centra su atención en la buena noticia de que por primera vez en la historia del cine catalán empezamos a encontrar pequeños productos de buena calidad. Bien es cierto que tres títulos interesantes en cuatro años no dan para tirar cohetes; pero por otra parte hablamos de tres películas más que interesantes frente a prácticamente un siglo de vacuidad. En el artículo mencionado apunté también que Fènix 11*23 supuso una oportunidad perdida de añadir una cuarta película en nuestra lista de logros. Pues bien, hoy puedo decir que, afortunadamente, Mar Coll sí aprovecha su oportunidad para ofrecernos este cuarto producto.
Lo primero que llama la atención del nuevo trabajo de la directora de Tres dies amb la familia es su capacidad para retratar situaciones trágicas de forma contundente a la vez que ligera. Recordemos cómo nada más empezar la película Mar Coll nos presenta la dramática situación de su protagonista principal mediante ágiles escenas que hacen malabares entre una crudeza realista y una arriesgada ironía. Hablamos de un seguido de secuencias que nos presentan la situación del personaje principal al mismo tiempo que crean una especie de enganche entre espectador y película; pues se trata de un estilo narrativo que sabe dirigirse al público con simpatía y de forma desenfadada para cogerlo desprevenido una vez este ha bajado la guardia. En pocas palabras, la directora logra describir cada circunstancia con tal sutileza que uno las asimila de forma casi inconsciente, familiarizándose con cada detalle de la cotidianidad de Eugenia sin prever en qué momento aflorarán las consecuencias del mismo. Y al mismo tiempo, los conflictos van apareciendo de forma sutil, dejándose ver solo a medias, lo suficiente para evidenciar su presencia sin dejar pruebas.
Este tratamiento ágil a la vez que directo, este dinamismo que alterna con elegancia drama y frescura, hace que uno pase por alto sin esfuerzo ciertos defectos de la película. Me refiero a aspectos como el comportamiento exageradamente obtuso del marido de Eugenia o la tópica personalidad de su amiga íntima Mariana; detalles que en ocasiones llevan a la película por caminos algo inverosímiles. Si bien es una lástima que un film formalmente tan impecable como este no logre un acabado pulido del todo por descuidos innecesarios, también es de agradecer descubrir una película que cuando menos entretiene en todo momento y nunca deja de crear interés. Cabe decir, además, que la película cuenta con interpretaciones que poseen la fuerza suficiente para cargar de contenido a los personajes que representan, algunos de ellos ya de por sí indudablemente interesantes (como los casos de de la propia protagonista o su hermana depresiva). Señalar también la maestría con que está llevada la (presunta) infidelidad entre el marido de Eugenia y su hermana Glòria, un detalle que nos da información sobre ambas personalidades con la sutileza que caracteriza lo mejor del trabajo.