Dìdi (Sean Wang)

 

Abordar un film como Dìdi presenta algunos problemas, sobre todo a la hora de valorarlo como es debido ya que, si bien es cierto que su catálogo de virtudes es bastante amplio, hay algo en ella, esa sensación de ‹déjà vu› constante, que impide disfrutarla, por así decirlo, completamente. Aunque quizás el termino adecuado sería más bien implicarse. Al fin y al cabo un ‹coming of age› como este necesita algo más que ternura, algo más que unos personajes encantadores y sus momentos que oscilan entre drama juvenil, la alegría adolescente y las frustraciones familiares. Puede que se pida algo que no es necesario, pero desde el punto de vista del que suscribe estas palabras tiene que haber un subtexto que enriquezca a todo lo demás y no lo deje en la sensación de estar ante la copia de la copia de una copia.

Y sí, no cabe duda de que en términos de interpretación se nos ofrecen momentos naturales y creíbles, personajes con los que se puede empatizar sin condescendencia y entender su momento y vulnerabilidad. Uno puede compartir y entender la soledad, la frustración amorosa, el no encajar —sobre todo dada su condición de asiático americanos— y la rebelión ante una situación familiar algo desestructurada.

Tampoco nada a reprochar a la dirección (y guión) de Sean Wang. Ofreciendo un estilo naturalista, funcional, cercana sin caer en (demasiados) desvíos sentimentaloides en su posicionamiento de cámara. Cierto es que hay un ligero abuso de primeros planos que pretenden subrayar emociones, pero en conjunto se obtiene un retrato coral ajustado a las necesidades de dibujo del contexto, sabiendo cuando alejarse en fuera de campo y cuando hay que estar en el centro del drama.

Entonces, ¿qué falla exactamente? Pues como decíamos nada en concreto. Y justamente ese es el problema, que realmente estamos ante un estudio que se antoja más cinematográfico que de personajes o trama. Wang parece muy interesado en no resbalar, en no arriesgar en su toma de decisiones y ejecutar una película de adolescentes generacional que no se salga ni un milímetro de los estándares del cine independiente. Una obra que más que más que un film parece un manual de instrucciones de cómo crear tu película “perfecta” para generar emoción moderada.

Dìdi resulta pues, en cierto modo un catálogo de clichés argumentales y arquetipos personales. Una muestra de algo que parece destinado más que a generar debate a no molestar, a hacer pasar un rato agradable con su dosis correspondiente de momentos encantadores, dramas asumibles y conflictos a los que se puede asistir sin ningún tipo de malestar posterior ni debate interno sobre las acciones contempladas.

Con todo ello concluimos que Dìdi puede resultar una apuesta segura, un caballo cinematográfico ganador en ligas menores pero de poca o nula trascendencia. Y eso posiblemente es lo peor del asunto, que realmente tampoco lo pretende. Y es que hay una diferencia muy grande entre lo pretencioso y lo arriesgado y Wang, por desgracia, parece interesado en huir de esta dicotomía y optar por la vía de en medio, la de la falta de ambición.

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