El pasado 7 de marzo se estrenó en exclusiva en Filmin esta película presentada en el Festival de Berlín y el Atlántida Mallorca Film Fest en 2024, entre otros muchos festivales. La directora francesa ahonda en la voluble fase de la adolescencia en esta historia entre dos chicas (una francesa y otra alemana) que se encuentran debido a un intercambio lingüístico organizado por sus institutos. Si bien hablan diferentes idiomas y una de ellas declina al inicio hablar en francés para expresar su negativa a ese encuentro, las vulnerables situaciones propias de la edad y personalidades esquivas y tímidas terminan por acercarlas. Fanny (Lilith Grasmug), la francesa, y Lena (Josefa Heinsius), la alemana, acercan posturas a pesar de la inestable situación familiar de la segunda con una madre (Nina Hoss) demasiado dependiente del alcohol, solitaria, debido al abandono de una relación duradera después del padre de Lena.
Las dos jóvenes se mueven por Leipzig intentando que la francesa aprenda alemán, conozca el entorno y a los amigos de la alemana. Lena se esfuerza en ser madura para ayudar a una madre depresiva, y se ha embarcado en activismos propios de una edad en la que busca crecer como persona implicada en luchas sociales y ecológicas, tan frecuentes hoy en día. Fanny lleva una vida discreta y, para llamar la atención de la alemana, inventa una vida interesante, con una hermanastra desaparecida, combativa en los ‹black bloc› y sus manifestaciones en Estrasburgo o París. Las chicas van progresivamente atrayéndose hasta llegar a una relación de admiración y erótica, con alguna escena onírica en un ‹jacuzzi›, que no termina de desvelar hasta qué punto es real.
Si en esta primera parte hemos conocido más a Lena, interpretada solventemente por Josefa Heinsius, provista de bastante magnetismo, en la segunda parte conoceremos más a la introvertida Fanny, víctima de acoso escolar del que su amiga es testigo en el intercambio en Estrasburgo. La relación crece en amor y conexión, se narra de forma sencilla y delicada, sin aspavientos, mediante una narración lineal, sin prisas. Fanny va desvelando sus carencias, sus desequilibrios, despertando sospechas en su amiga, mientras convive con sus padres, una pareja algo distanciada y que no para en casa.
Las adolescentes se embarcan en una historia de conflictos generacionales, en esta película más pretenciosa que la anterior C’est ça l’amour (2018), mucho más lograda con ese padre en proceso de separación que se queda a cargo de sus dos hijas, padeciendo un declive psicológico y la progresiva separación de ellas, que comienzan a experimentar con experiencias propias de la adolescencia. Lengua extranjera funciona como retrato íntimo y sensible de la relación entre dos chicas, pero te aparta por la inclusión un tanto forzada de temáticas muy en boga en la actualidad, como si tuviera que cumplir con una agenda marcada.
La mezcla de amor homosexual adolescente, activismo político, preocupación por el medio ambiente, el racismo, los neofascismos, la tensa relación histórica entre Alemania y Francia; la disidencia y violencia como forma de manifestación ante una Europa que se desmorona resulta un poco vacía y superficial, sin llegar a nada en concreto.
Las actrices Nina Hoss y Chiara Mastroianni (madre de Fanny) aportan su presencia y su capacidad interpretativa a medias, debido a personajes algo desdibujados para la importancia que tienen en la inestabilidad emocional de sus hijas. Ni se concluye de forma redonda el problema psicológico de Fanny, ni llega a atraparnos la intención de Claire Burger por presentar su preocupación sobre la juventud europea, carente de referentes, sufridora de familias desestructuradas, de una educación insatisfactoria y un clima político-social enrarecido. Quizá demasiado ambiciosa por su deseo de abarcar muchos frentes que rodean a la pareja de chicas.

Profesora de Secundaria. Cinéfila.
“El cine es el motor de emoción y pensamiento”