La alternativa | Pasajero oculto (Roseanne Liang)

Uno de los mantras actuales dentro de cierta ideología es atacar a las películas a través del uso indiscriminado de la palabra ‹woke›. Algo que siempre va a acompañado de la retahíla de comentarios tipo “la inclusión es forzada”, “hay diversidad sin sentido”, “nos imponen el feminismo” y rematado en modo combo perfecto con aquello de que “no me molestan las mujeres protagonistas, mira Sarah Connor o Ripley”. No nos engañemos, el cine, hasta en la más inane de las películas, siempre ha tenido un discurso detrás. Una narrativa que podía ser crítica, desde luego, pero que habitualmente en el ‹mainstream› no deja de ser tanto un reflejo como una voluntad de imponer una serie de códigos de conducta, estéticos o de cómo se ve o se debe ver el mundo.

Pasajero oculto (The Shadow in the Cloud) podría ser una de esas películas receptoras de bilis en cuanto a su discurso, trazado claramente en la línea de un feminismo empoderante. Un film que dibuja un arco de mujer protagonista que evoluciona desde la fragilidad hasta la dureza sin perder en ningún momento valores, firmeza y cualidades donde, por ejemplo, la maternidad no es ese elemento de sumisión sino un arma de doble filo que representa un punto débil y al mismo tiempo un motor de coraje. Sin embargo hay algo que evita todas estas posibles críticas, su condición de cine de género. No deja de ser curiosa, como comentábamos anteriormente, la idea de que una mujer sí puede ser fuerte si se enfrenta a elementos llamémosle sobrenaturales, como si fuera una pieza más del contexto donde cuando todo es irreal y fantasioso su empoderamiento también lo es. Resumiendo, nos creemos la fortaleza femenina porque nos creemos que hay monstruos positrónicos de la dimensión desconocida.

Y hablando de ello, no cabe duda que una de las influencias más claras del film de Roseanne Liang es justamente uno de los capítulos más míticos de The Twilight Zone: Pesadilla a 20.000 pies. Se recupera aquí la idea del ‹gremlin› destructor de aviones, escurridizo de manera que solo una persona lo ve, generando incredulidad primero, sensación de paranoia después y opresión claustrofóbica finalmente. No obstante, esto no es un ‹remake› sino una base donde apoyarse. En realidad estamos ante el epítome de lo que podría considerarse cine ‹pulp›. Una suerte de aventura de hazañas bélicas donde se entrecruzan varios frentes de tensión: el citado ‹gremlin›, el ataque de aviones japoneses (tan ocultos como el monstruo) y la misión secreta de la protagonista que debe a su vez enfrentar las burlas y el machismo rampante de sus acompañantes de tripulación.

Rápida, trepidante, concisa en su desarrollo, Pasajero oculto es una pequeña joya de un cine de entretenimiento que no renuncia por ello ni a su espíritu de doble programa de serie B ni a ser capaz de tejer un discurso de cariz social que ni siquiera es subtextual dada su preponderancia argumental. Puede que nos parezca un tanto obvia en sus planteamientos de género y en su mensaje feminista, cierto, pero resulta meritoria por cómo compacta la mezcla, convirtiéndose en una pieza a reivindicar.

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