Mary Superchef (Enzo D’Alò)

La nueva película del animador italiano Enzo D’Alò, una adaptación de la novela Como un galgo del irlandés Roddy Doyle, se traslada a Dublín para contar la historia de Mary, una niña apasionada de la cocina y muy unida a su abuela Emer, que sueña con convertirse en chef. El mundo de Mary da un giro drástico cuando, al tiempo que su mejor amiga se muda a Inglaterra, Emer es internada en un hospital por una enfermedad grave de la que no se va a recuperar; y las emociones complejas que genera la situación le llevan a chocar con su madre Scarlett. La aparición de una misteriosa mujer ayudará a conectar de nuevo a las generaciones de la familia.

Con temas tan graves como la aceptación de la muerte o el distanciamiento entre generaciones flotando a lo largo de toda su trama, Mary Superchef tiene, de entrada, un mérito notable al abordar sin tapujos estas ideas en una animación claramente dirigida y estimulada para un público infantil. En ese sentido, uno de los aspectos más interesantes de la película es la caracterización de la niña protagonista, y los matices que la alejan de un retrato idealizado o esquemático; porque Mary atraviesa momentos muy complicados en los que le cuesta entender la situación y entenderse a sí misma, pero también porque puede ser tan soñadora y alegre con su abuela como egoísta y hasta cruel con otras personas. Sus reacciones, como las de cualquier niño, a veces son exasperantes e inadmisibles, y al mismo tiempo, es un personaje que mantiene una conexión con el espectador porque sus emociones y sus contradicciones son un reflejo de conflictos comunes en la infancia.

En lo que se refiere a toda la situación familiar y los problemas que se generan por la terrible noticia de la situación de Emer, la elocuencia de la cinta no es nada desdeñable, logrando varios de los mejores momentos y conduciendo hacia secuencias muy emotivas, que reflexionan de manera muy pertinente sobre los temas tan serios y universales que plantea su narrativa. El problema, o tal vez lo que hace de Mary Superchef una experiencia tan irregular y difícil de contener en una impresión uniforme, es todo lo demás. Siendo una película infantil y abordando conceptos que no son fáciles de introducir, el trabajo que hace es encomiable, pero también provoca que haya un constante choque tonal entre sus momentos más serios o dramáticos y la necesidad de buscar el manierismo o el estímulo para enganchar a su público, desde un humor en exceso bobalicón, a una gestualidad excesivamente remarcada; pero, particularmente, se nota en unos insertos musicales que he encontrado muy poco eficaces y capaces, en ocasiones, de matar toda la gravedad de una escena.

Por otro lado, a nivel de su animación, el buen hacer general de la película en este ámbito no la libra de verse poco cuidada a nivel visual en algunos aspectos y de adoptar un estilo muy poco llamativo, que contrasta todavía más con la elaboración mucho más marcada y la creatividad que se encuentra en las secuencias oníricas de varios de sus personajes, y que parecen islas de sofisticación mucho mayor en una obra que se mantiene conscientemente en un tono bastante más mediocre, olvidable y, sobre todo, menos pulido. Podría decirse que hay una cierta convergencia de los problemas que arrastra la cinta para mantener su tono narrativo en el visual y estilístico, producto de lo que podría ser un conflicto entre ambición y medios, o incluso competencia técnica.

Con todo, el poso que queda al ver Mary Superchef es de una efectividad casi insultante y difícil de explicar como la suma de sus partes. Es la muestra de que se puede hacer algo imperfecto, de una imperfección de hecho tan obvia y flagrante que en ningún momento llega a conformarse como un todo memorable y tiene una cantidad nada desdeñable de decisiones que me parecen hasta inadecuadas; pero que, cuando debe comprender y transmitir con coherencia sus mensajes más graves, lo logra. Su eficacia puede verse como un milagro, pero es sin duda un mérito, una habilidad para hacer funcionar lo que a todas luces no debería funcionar, que toma lo errático de su conjunto para llevarlo a una conclusión no solo buena, sino también satisfactoria y adecuada a las ambiciones, en apariencia incompatibles con su irregularidad, de la película.

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