Por donde pasa el silencio (Sandra Romero)

El primer largometraje de la sevillana Sandra Romero narra la perspectiva de Antonio, un joven residente en Madrid que regresa a su pueblo andaluz natal para visitar a su familia. Durante su visita, toma conciencia del estado deteriorado de la situación familiar, debido a las dificultades que entraña convivir con su mellizo Javier y con la discapacidad física que este aqueja y que afecta a su espalda. Antonio descubre que Javier alberga un rencor muy grande hacia su padre, y que a él le achaca haberse marchado y no saber nada de su sufrimiento diario; todo ello adereza una situación ya complicada por la negativa de su hermano a cuidarse y seguir las indicaciones médicas.

Por donde pasa el silencio narra una historia de regreso a las raíces, representadas en el pueblo, que se encuadra en la tendencia de otras películas españolas modernas sobre la llegada al rural español como un viaje de redescubrimiento personal. Sin alejarse demasiado de estas ideas recurrentes, Antonio se presenta como el personaje que se reencuentra con una realidad a la que siente que no pertenece. La forma violentada en que se produce ese reencuentro y, sobre todo, el poso que va dejando la cinta, una mezcla de culpa y vergüenza por no haber estado ahí, de frustración por no ser capaz de reconducir a su hermano y de temor ante la situación familiar totalmente desquiciada, es lo que va individualizando la historia en algo con sensaciones eminentemente negativas.

Romero no quiere elaborar un recuerdo agradable ni acogedor de ese entorno rural, pero tampoco se enfrenta específicamente a él; porque para ella lo que tiene peso no es eso sino el nivel más estrictamente doméstico en el que transcurre toda la trama, es decir, el regreso a una situación personal de la que se ha permitido huir. A través de las emociones de Antonio, la experiencia en el pueblo se ve reducida y se pone énfasis en el mal trago familiar, incluso si el reencuentro con sus amigos, sus salidas nocturnas y su participación en la procesión de Semana Santa son experiencias gratas para él. Para esta historia, el desarraigo de su protagonista no se da con el entorno, y por tanto no hay un choque directo con este, sino con sus seres queridos.

Establecida esta línea diferencial de enfoque, que creo que proporciona matices muy interesantes a esta película dentro de una estructura ya habitual en el cine español contemporáneo, queda abordar la cuestión de cómo y hasta qué punto hace funcionar su narrativa. En ese sentido, Antonio es el filtro a través del cual vemos y entendemos todo, incluso cuando está ausente. Esto genera una conexión inmediata con el espectador, evocando los cambios de humor, las emociones contradictorias y el poso de frustración que genera la situación que está experimentando y, sobre todo, las circunstancias en las que la experimenta. Pero, por ese mismo motivo, es también un recurso limitante: el sufrimiento de Javier se observa, pero no se vive en su plenitud; la situación familiar inquieta y frustra, pero como alguien que se encuentra un cuadro distorsionado de sus recuerdos y que no forma parte de su día a día. Antonio transmite con elocuencia todo lo que pasa por su cabeza, pero es solamente una pieza pequeña de una cotidianeidad atormentada y que va mucho más allá de él y de los escasos días que pasa allí. En particular, la limitación inherente a esto se nota en el personaje de la hermana, una pieza esencial en el drama que pasa además por sus propios problemas de índole laboral y que, sin embargo, no termina de tener una voz tan clara como la de los dos mellizos.

Se puede entender que no es el propósito de la película profundizar en el drama familiar, sino que prima la confusión y el desarraigo a través de su protagonista. Creo que esta es una buena historia, y es buena en lo que se centra en exponer, que ya es de por sí complejo y lleno de aristas que resuenan en muchas personas que han vivido o conviven con situaciones similares. Por ello, sin verlo en ningún momento como una decisión negativa, mi sensación es de que hay perspectivas en esta obra que me gustaría entender y conocer más, dentro de su ánimo observador. Por ejemplo, qué pasa por la cabeza de Javier y ese dolor que verbaliza y deja claro, pero que vemos continuamente desde fuera, o de cualquiera de los otros miembros de esa familia y entorno; aspectos que me gustaría ver explorados y que tal vez me dejan una cierta insatisfacción de fondo que me impide encandilarme del todo con la experiencia de Por donde pasa el silencio, aunque no se traduzcan en un reproche a la cinta.

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