A Boat in the Garden (Jean-François Laguionie)

Con cerca de sesenta años de trabajo a sus espaldas, el animador francés Jean-François Laguionie es toda una institución en el medio. Como director, inició sus andaduras de la mano de Paul Grimault, el mayor impulsor de la industria de la animación francesa en el siglo XX; hoy en día, todavía activo, presenta su octavo largometraje, con una sencilla y nostálgica historia, ambientada en los años 50, sobre François, un joven que vive con sus padres, Pierre y Geneviève, en una casa a orillas del río Marne. Los días pasan sin demasiada novedad, hasta que François comienza a descubrir la extraña conexión de su padre con el navegante Joshua Slocum, el primero en circunnavegar la Tierra en solitario. Juntos, padres e hijo comienzan a reconstruir en su jardín el barco con el que Slocum logró su hazaña.

Sin conocer detalles específicos sobre su vida, uno puede intuir que hay un cierto impulso autobiográfico en A Boat in the Garden. En su ambientación y contexto temporal, durante la Francia de posguerra, y también en la edad -¡y el nombre!- del adolescente protagonista, hay suficientes guiños para entender que ha querido dejar un poso de sus propias vivencias aquí; ya sea de maneras más específicas y relacionadas con la trama, que desconozco, o como una mirada nostálgica a aquellos tiempos y lo que significaba vivir en un país apenas recuperado de la devastación y, al mismo tiempo, social y culturalmente tan distinto a como es ahora. De este modo, puedo especular con que esta película ilustra unas motivaciones o unas urgencias de un autor a quien ya se le acerca el final de su carrera y quiere regresar y expresar su historia personal; lo cual de por sí puede resultar muy interesante e instructivo.

Lamentablemente, está lejos de serlo. Y es que Laguionie, alguien que durante su extensa carrera ha realizado obras excéntricas y fascinantes, coqueteando con el surrealismo y elaborando parábolas absurdistas sobre la existencia y emociones humanas, ha entregado en A Boat in the Garden una mirada facilona, repetitiva y acomodaticia a más no poder a un pasado que, por edad y experiencia, debe conocer; un recuento vital que parece diseñado para la moraleja amable y para resultar un espacio seguro y de consenso en el que quepan todos sus espectadores. Es una película bien contada, con atención a los detalles de la personalidad y relaciones de su protagonista y que arranca momentos genuinos de identificación emocional; pero es al mismo tiempo una historia y perspectiva sin riesgo, predecible y, creo, hasta cierto punto extraña en su filmografía. No estoy seguro de si esto es siquiera intencional, pero es, en síntesis, una obra que, con todo lo bien resuelta que pueda estar, no resulta interesante y no parece querer llamar la atención sobre sí misma.

Otro punto que me gustaría tratar es su presentación visual. No considero a Laguionie, por lo que le he visto, como un animador particularmente interesado en la fluidez y el movimiento; normalmente, es la propia animación lo que puede llegar a fallar y dar una sensación de rigidez a sus diseños y otros aspectos de su elaborada puesta en escena. Por eso, no me pilla de sorpresa ver que, de nuevo, la integración de la animación por ordenador parece torpe y descuidada, que los personajes y sus gestos no parecen moverse con naturalidad. Pero creo que en una historia como esta, más atada a convenciones narrativas, su flujo de ideas no compensa las posibles carencias o descompensaciones de su presentación. Lo que en otras cintas me da más lugar a compensar y perdonar fallos, aquí no está, y esto hace que me resulte más molesto y más difícil de ignorar.

Veo con gusto y agrado A Boat in the Garden; disfruto de su ligereza, de su empatía y de su eficacia narrativa. Al mismo tiempo, no veo en ella al Laguionie que me ha fascinado en otras obras, sino una película que, a propósito para encajar en un público más general o de manera accidental porque, simplemente, esta es la historia personal que quiere contar y la forma en que quiere contarla, se encuentra en un espacio acomodaticio y menos llamativo que de costumbre. Tal vez sea esta la última obra que pueda terminar, y será, en tal caso, un cierre más que decente a una carrera destacable; pero no será, en cualquier caso, un cierre que demuestre todo el potencial y la capacidad expresiva que le han caracterizado.

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