Reconstrucciones
La tercera temporada de The Wire, la emblemática serie de televisión creada por David Simon, empezaba con el derribo de una de las torres residenciales que, hasta ese momento, vertebraba argumentalmente la serie. Una escena en la que el alcalde de Baltimore, al derrumbar uno de los ejes urbanísticos de la ciudad, pretendía simbolizar el inicio de una nueva etapa en la que, en términos generales, realmente nada iba a cambiar.
Resulta difícil no recordar la magistral serie de Simon viendo el inicio de Los indeseables, y es que la nueva película de Ladj Ly se inicia, también, con el derrumbamiento mal ejecutado de un bloque de edificios que, en este caso, provoca la muerte repentina del alcalde y obliga a su partido a encontrar un sucesor urgentemente. Pierre (Alexis Manenti), un médico de carácter idealista y con un historial político intachable, es el elegido, y pretende continuar con la rehabilitación del barrio obrero comenzada por el anterior alcalde. Sin embargo, igual que en The Wire —aunque sin la elocuencia de la serie de HBO— Los indeseables cuestiona las políticas de falso progreso defendidas por Pierre, basadas en los impedimentos burocráticos y cegadas por el clasismo y el racismo de la clase política dominante: el progresismo simbólico siempre viene acompañado del empobrecimiento de los más débiles. Frente a ello, Ladj Ly presenta a Haby (Anta Diaw), una joven francesa de origen de maliense que se niega a abandonar el hogar donde creció y pretende enfrentarse a las políticas de Pierre presentándose a las elecciones para la alcaldía.
Si en la notable Los miserables (2019), la propuesta de Ladj Ly se desenvolvía con fluidez y tensión entre la radiografía social y las claves del género policial, en Los indeseables, el cineasta francés, entregado a la articulación de una dialéctica demasiado evidente, no logra el mismo equilibrio entre el thriller político y el drama social. El guion de Ladj Ly está absorto en invocar diferentes puntos de vista, una decisión que responde a la voluntad del director de tejer una historia coral, de ofrecer una visión lo más matizada posible del conflicto social aquí presente, pero deja en segundo lugar un desarrollo dramático poco convincente y, lo que es peor, una puesta en escena carente de ideas significativas.
La vibrante dirección que Ly había demostrado manejar aquí queda demasiado diluida, por muchos planos aéreos y cámaras inestables que el director pretenda introducir. De esta manera, en general, Los indeseables funciona por momentos, sobre todo gracias a la potencia de su conflicto central y los estallidos formalistas —véase la secuencia del desalojo de un edificio de pisos sociales a causa de un incendio— ejecutados por un Ladj Ly que no consigue conjugar su visión política con sus intenciones cinematográficas. Quizá, porque no entiende que lo segundo es una consecuencia directa de lo primero… y viceversa.