Hipocresía y otros problemas
En el contexto de la edición número 49 del Festival iberoamericano de Cine de Huelva, y gracias a Filmin, he podido ver la película brasileña Pedágio (cuya traducción al castellano sería “Peaje”) de este mismo año y dirigida por Carolina Markowicz. El film, que ha pasado ya por otros festivales de prestigio como San Sebastián o Toronto, nos cuenta la historia de una madre que trabaja en una cabina de peaje y que logra, compinchada con su pareja, obtener dinero de manera ilegal con el fin de poder conseguir que su hijo asista a un taller de conversión gay.
La película se mueve dentro de lo que podríamos encuadrar como realismo social. Así, de inicio, la historia parece que va a deambular por las miserias de la vida laboral de una mujer a la que esta le reporta pocos ingresos y una vida ajustada y que, a cambio, le exige largos desplazamientos para acudir a un lugar de trabajo en mitad de la nada, inhóspito, en una ocupación alienante que desincentiva cualquier perspectiva ilusionante.
Alrededor de esta mujer, encontramos el resto de personajes. El principal es su hijo, un joven de clara tendencia gay que disfruta subiendo vídeos a internet (donde interpreta temas de divas del ‹soul›), bailando, disfrazándose y actuando en fiestas. También están su pareja o amante, un delincuente de poca monta, y por último una compañera de trabajo.
La película nos muestra en cierta manera el día a día de una madre soltera que no lo tiene fácil pero que a la vez transmite una mentalidad rodeada de hipocresía, que la lleva a querer reeducar a su hijo que, por el contrario, a lo largo de la historia demuestra ser el personaje más íntegro de los que conforman la trama. Así, la madre, gracias a los consejos de la compañera de trabajo, cuya moral dista mucho de lo que predica, y apoyándose en la actividad delincuencial de su pareja, idea un plan equivocado y peligroso.
El film es interesante sin llegar a apasionar y se mueve en un doble tono que oscila entre la cotidianeidad de una madre y su complicada relación con los anhelos de libertad y autorrealización de su hijo adolescente, y una trama delincuencial que ya desde el principio atisbamos que no puede acabar bien.
Como grandes aciertos, por un lado, están el reflejo de una situación y de su día a día por mantener una familia, muy bien plasmada y ambientada en la pantalla. Por otro, ver cómo la historia queda sustentada por unas muy potentes interpretaciones. En primer lugar, la de la protagonista, Maeve Jinkings, que carga con el peso de la trama. También está a muy buen nivel Kauan Alvarenga, que interpreta con rotunda integridad el personaje de su hijo, y por último Thomas Aquino, que encarna con solvencia al novio delincuente de la madre.
La directora opta por un tono descriptivo y naturalista que te sumerge bien en el contexto aunque no da rienda suelta a ninguna emoción o visceralidad. Creo que es demasiado contenida, lo que en algunos momentos transmite cierto aire de frialdad en una historia que podría haber permitido un mayor despliegue de sentimientos e incluso, en determinados momentos, algo de humor.
En cualquier caso, un solvente trabajo, que mantiene un buen tono medio y que deambula, con buenas dosis de originalidad, por ámbitos discursivos originales a través de un fondo moral y social interesante.