Tarik Saleh vuelve a comprometer las altas esferas de El Cairo. Tras El Cairo confidencial (cuyo título original fue The Nile Hilton Incident) donde nos mostró el lado oscuro del cuerpo de policía llega Conspiración en El Cairo (nuevamente con un título engañoso, casi intencionadamente secuencial, que proviene del internacional Boy From Heaven), donde el punto de mira se posa sobre otro rango de poder: el religioso reformulado desde el Estado. O visto de otro modo, la palabra de Dios bajo el filtro político.
Con una película que acertadamente no se compromete con los cánones del thriller occidental, Tarik Saleh nos lleva por un complejo entramado que antepone las enseñanzas culturales en las que se basa al nervio conspirativo que se intuye en sus imágenes. Son recurrentes los proverbios inspirados por Mahoma adaptados al lenguaje de cada una de las partes implicadas en una trama en la que se intenta influir en la selección de un nuevo Gran Imán. El privilegiado lugar donde asistir a estos eventos es la prestigiosa universidad de Al-Azhar, lugar donde se estudia la religión y cultura islámica a través de las enseñanzas de los más valorados Imanes suníes.
El director se toma esta labor con calma y nos remite a la figura de un asustado y respetuoso joven que, desde su humilde procedencia, perteneciente a una familia de pescadores, ve la luz al poder estudiar en Al-Azhar con una beca. Con esta concesión empieza el enfrentamiento entre lo espiritual y lo terrenal, el bien y el mal que no cesa de subrayarse durante todo el metraje, a través de dos personajes aparentemente opuestos que trabajarán en una misma dirección. Tawfeek Barhom en el papel del joven inocente que se abre camino bajo el yugo de los poderosos y Fares Fares —repitiendo protagonismo para Saleh con un aspecto camaleónico— como intermediario capaz de guiar los designios de esos mismos poderosos destacan en una historia donde solo unos pocos elegidos (siempre hombres arropados por los mandatos de la religión musulmana) tienen la disposición de participar para llevar a cabo este enrevesado desarrollo. No tanto por la complejidad del objetivo marcado por los dirigentes del país, sino por el modo en que se afronta la narración, donde no todos estamos invitados a captar en un primer visionado las múltiples interpretaciones que parece querer arrojar el film.
Mientras su inicio nos pone sobre aviso de lo que está a punto de acontecer, los inconexos acercamientos de la vida universitaria de su protagonista y los entresijos en los que debe introducirse para espiar su entorno resultan forzados, convirtiendo su tramo central en un hueso duro de roer, pero inesperadamente consigue despegar con sus últimos compases, donde la acción se precipita sin perder su parte mística e inspirada en las raíces del entorno, que va más allá de las conspiraciones políticas y la brutalidad estamental, mezclando la acción con los elevados conocimientos del comportamiento humano que radican en el discurso de unos pocos. Apabullantes son esas imágenes en las que los estudiantes se mueven al unísono por entre los pasillos del edificio cual soldados organizados. Es así como nos encontramos con algunas resoluciones de brochazo y otras tantas ciertamente inspiradas por el contexto, donde parece abrazar tanto duras críticas como un absoluto respeto por los temas que es capaz de tratar en cada momento. Conspiración en El Cairo es una película sin héroes en un mundo donde los villanos saben apropiarse de las palabras para convertir lo cristalino en odio y codicia.