De lejos se ven las palmeras ondear mientras los vehículos ocupan los carriles de forma interminable; una chica circula con paso seguro en su bicicleta, pero su andar pausado incomoda a uno de los conductores y lo que empieza siendo un pequeño incidente va creciendo y finaliza en una larga embestida, que produce más susto que daño. Joana, la chica de la bicicleta, termina más humillada que malherida tras el altercado y por lo mismo no lo puede dejar pasar sin más.
En principio sorprende la escena de la embestida por lo anímica que es; por supuesto, a la protagonista se le nota asustada, pero para quien viera el evento de manera ajena bien podría parecer alguna especie de deporte extremo urbano en el que todos los involucrados participan, a juzgar por la falta de gritos y su estoicismo, algo que incluye también al hijo de la conductora, quien desde el asiento del pasajero filma la escena de forma impasible. El accidente afecta tanto la vida laboral de la protagonista como a su mundo íntimo, pues Joana está embarazada y vive una relación con otra mujer; pero la afectación no tiene tanto que ver con alguna suerte de estrés post-traumático sino más bien con una apertura o fórmula de escape de una cotidianidad que ya estaba descompuesta. Y es que el título es engañoso, pues sin querer revelar el final se puede decir que a lo mejor el verdadero accidente no es el que vimos al principio del filme, sino otro que parece estar consumiendo a la protagonista de forma silenciosa.
Del suceso inicial se derivan dos tramas, la primera ya mencionada (el embarazo y la relación lésbica) y la segunda mediante una aparente búsqueda de justicia y reparación por parte de la protagonista, y digo aparente porque es difícil discernir cuál es la finalidad de Joana en gran parte de la película, aunque la misma más bien va orientada o condicionada por los deseos de su pareja que en última instancia es quien motiva la búsqueda inicial de justicia.
En el apartado técnico no hay muchos elogios ni críticas en particular por hacer, la cinta cumple con lo justo para que el drama se desarrolle sin tocar ningún extremo, siendo una experiencia sosegada en la que los grandes momentos pasan sin un impacto emocional severo. El error de esta obra está quizás en divagar demasiado sobre su curso y por ello no establecer de manera sólida el dilema íntimo de la protagonista. Resulta obvio que hay problemas más allá del accidente, pero a las pinceladas que brotan de ellos les falta un mayor desarrollo; además el evento inicial genera un enfoque que a la medida que la película se dispersa, hace que el espectador se frustre al no ver una resolución más atenta del mismo.
La subtrama de la disputa sobre la custodia del hijo de la conductora es otro apartado que se diluye un poco entre los titubeos con el problema íntimo de Joana; este niño en su mutismo parece ser en principio la encarnación de una nueva juventud frustrada y desesperanzada que, frente a un turbio porvenir, no puede afrontar de alguna manera esperanzada la vida ni el desarrollo afectivo. Subtrama con mucho potencial y relevancia en tiempos que corren pero que queda bastante a medias.
O acidente termina por ser una película que plantea situaciones interesantes, que en la elección de personajes sabe encarnar algún que otro arquetipo contemporáneo, pero que se queda corta en sus resoluciones, en el desarrollo de las diversas subtramas y que, en su afán de explorar diferentes aspectos del personaje, termina por desmembrar los sentires del mismo haciendo que sus dolores y pasiones permanezcan incógnitas e impotentes de manera que la escena final en su encarnación más cruda es incapaz de resolver.