El cine de Alessandro Comodin está lleno de un misterio insondable que se propone a través de la forma. En torno a su naturalismo desnudo, se esconde una capa de incertidumbre entre jovial y esquiva, compaginando de manera sutil la violencia de lo cotidiano con lo profundamente alegre de sus personajes. En Gigi la legge, Pierre-Luigi (Gigi), tío real del cineasta, un policía local que deambula por las calles en su coche hablando por el comunicador con la carismática Paola, se explora como una figura de poder envuelta en un aura de simpatía sin igual.
Teniendo en cuenta el despliegue de las delicadas relaciones que se ven en L’Estate di Giacomo (2011) y el bucolismo fabulístico de I tempi felici verranno presto (2016), acercarse a Gigi la legge, observar su inmovilidad móvil y sentirse atraído por su rara y brillante manera de mostrar el día a día, resulta una tarea más que productiva. Pues es en esta película en la que Alessandro Comodin evita seguir a sus personajes (que no perseguirlos) para hacer del protagonista un “perseguidor”, no atractivo, pero sí adorable. Un policía que, al contrario que el protagonista de Random Patrol (Yohan Guignard, 2021), es de todo menos temible.
De todos modos, no queda del todo clara la cualidad agresiva del mismo, pues ya en la primera escena Gigi tiene una acalorada disputa con un vecino que le pide que corte los árboles de su jardín, los cuales están creciendo desproporcionadamente amenazando la integridad de su propiedad. El personaje se construye entre misterios, entre vueltas al vecindario en el coche patrulla que resultan tan entrañables como sospechosas a medida que avanza el metraje y que, fuera de todo maniqueísmo, llevan al policía a convertirse en una figura ambigua, llena de contradicciones, temores, traumas y con un gran trasfondo humano.
Lo cierto es que Gigi la legge es una película distinta e igual al resto de Comodin, un film que se comprende y admira al observar con los ojos de un niño al que, poco a poco, introducen en el mundo adulto. Desde la oscuridad hasta la luz matinal, a través de una serie de “cambios y cortos” y con la agudeza visual de un Comodin más inspirado y seguro de su dispositivo que nunca, termina siendo una de las películas más interesantes que han pasado por la 19ª edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla.