El ‹giallo›, aquel subgénero cinematográfico italiano precursor del ‹slasher›, vivió su época dorada en los años 70. Desde entonces hasta ahora ha perdido vigencia. Pero los jóvenes italianos que crecieron con el cine del ‹giallo› como bandera y estandarte no pueden olvidar sus orígenes. Es el caso de Federico Zampaglione, que ha querido realizar su particular homenaje a este estilo de cine en Tulpa.
Queda muy claro desde la primera escena que esto es ‹giallo› auténtico: La violencia y el sadismo visual hacen su aparición desde el primer momento (además de grandes cantidades de sexo, que para algo somos latinos). Los crímenes, morbosos, desde luego están construidos de una forma muy imaginativa, deleitándose en cada uno de ellos.
Pero, ¿Qué es Tulpa? ¿Cuál es el nexo que une estos asesinatos? Bueno, para meternos en la piel de la trama oscura que nos propone el director italiano, tenemos que recurrir al budismo zen, al menos nominalmente. Del concepto Tulpa, un ente espiritual creado por el pensamiento que adquiere conciencia física, nos encontramos con un gurú zen que aprovecha el eslogan «Líberate a tu Tulpa» para montar un garito de perversiones nocturnas, un club privado donde se da suelta a todo tipo de relaciones y fantasías sexuales.
Allí va Lisa (Claudia Gerini) a dar rienda suelta a sus pasiones por las noches, pues de día es una brillante ejecutiva de éxito. Pero pronto Lisa descubre que las personas con las que pasa la noche en el club regentado por el misterioso monje que interpreta Nuot Arquint acaban muertas al día siguiente. Posteriormente, también sus rivales y compañeros de trabajo sufrirán este cruel destino.
Nosotros seremos testigos de cada uno de estos crímenes, cometidos por una figurada encapuchada, vestida por entero de negro, que esgrimiendo un cuchillo ritual zen va acabando de forma brutal (y a veces, lo reconocemos, muy imaginativa) con todos y cada uno de ellos.
Desde luego, Tulpa es una película construida enteramente para los amantes del género, pues respeta de forma metódica todas las características clásicas. Es también un homenaje a Dario Argento y un retorno a los orígenes. Desde la música, bizarra y a ráfagas, como del siglo pasado, hasta el sexo gratuito y sadomasoquista, desde los cánones que cumple el asesino cuando se revela su identidad hasta la explosión final de sangre y violencia. Todo esta hecho con un tono clásico que removerá algo en los más nostálgicos.
Realmente, el gran fallo del film es lo erróneo del planteamiento Tulpa. Está muy bien lo de querer aprovechar el budismo zen para tener una excusa y una oportunidad de hacer un ‹giallo›, y la verdad es que el personaje de Nuot Arquint es de lo mejorcito de la película, haciendo de callado monje misterioso. Pero no se puede tomar un concepto a la ligera y adaptarlo a las necesidades del guión (sobre todo cuando este no es la parte más importante del film). Y si se hace, al menos no se debe usar también de título atrayente.
Dejando a un lado este fallo, como ya he dicho, Tulpa está diseñada para todos los amantes del género, todas esas almas que crecieron con los diversos precursores del género ‹slasher› para ver como este se ha convertido ahora en algo vacuo. El largo de Zampaglione propone un retorno a los viejos tiempos, una vuelta a los orígenes aunque sea para tomar impulso. Veremos que tal lo acepta el nuevo público del siglo XXI.