A finales del pasado mes de junio llegaba a la cartelera Camila saldrá esta noche, primer largometraje de Inés María Barrionuevo que se estrena comercialmente en nuestro país, y tercer trabajo en solitario de la cineasta tras Atlántida y Julia y el zorro. Con motivo de su llegada a salas, tuvimos la ocasión de hablar con ella en una entrevista que dio de sí y compartimos a continuación.
Arnau Martín: ¡Enhorabuena por Camila saldrá esta noche! Me parece francamente interesante y me gustó mucho. Te quería preguntar por el asunto de la mirada femenina, que está en boga. ¿En tu caso crees que depende de la cineasta únicamente?
Inés María Barrionuevo: El asunto de la mirada femenina, más allá de que pueda estar en boga con lo que ha sucedido en los últimos años en cuestión de materia de feminismo en Argentina y en el mundo, en Argentina muy fuertemente: Yo me considero mujer y me considero mujer feminista porque nací en una época actual que me posiciona frente a una situación histórica, donde los hombres históricamente han manejado los hilos del poder en todos los rubros laborales y culturales. Entonces, eso me para a mí con una mirada que aporto o intento aportar desde lo que hago, ¿no?
A veces no es una cuestión tan consciente, digamos, no necesito un marco teórico para considerarme feminista, sino que simplemente por vivir en un mundo como este, necesariamente lo soy, y eso hace que mi cine tenga una mirada que va a venir de mí que soy mujer en este contexto. Y eso desde el punto de vista, el famoso punto de vista en el cine, una de las cosas más importantes es el punto de vista del autor sobre lo que está contando. Por un lado tienes el punto de vista de tus personajes y por otro lado el punto de vista del autor, y eso me parece que es clave.
A. R.: La protagonista de Camila saldrá esta noche no quiere pintarse los labios, es decir, en cierto modo se resiste a tener un aspecto físico impuesto por las convenciones patriarcales. ¿Qué tal fue trabajar el guión en base a estas cuestiones?
I. M. B.: Sí, con Camila yo quería plantear el contraste de que ella venía de un lugar: de una escuela pública, de una militancia que tenía que ver con la atmósfera de un colegio público estatal, de un lugar que no es Buenos Aires, y hay una marcada diferencia también entre habitar esos espacios o estar en un colegio privado católico, de uno de los barrios más patricios de Argentina, como esta Recoleta donde ella termina cayendo en la casa de la abuela. También tiene que ver eso con cierto estatus social, no solo con una cuestión de lo femenino o no, sino de que ella ya viene con una ruptura, entra al colegio ya viniendo con un ecosistema político donde quizás ella no sigue ciertas normas de arreglarse de cierta manera o vestirse de cierta manera o pintarse los labios, y aquí se encuentra con ciertos personajes como el de Clara que es mucho más coqueta y que representa un poco una imagen a pesar de que tiene una doble cara, una imagen de este tipo de lugares, más concretamente de este colegio en esta situación histórica.
A. M.: ¿Es una película autobiográfica?
I. M. B.: Yo creo que cualquier película tiene elementos autobiográficos. No es autobiográfica en el sentido que yo soy de una generación muy posterior a la que se cuenta, pero tiene elementos casi de lo que a mí me hubiera gustado, quizás, vivir en mi adolescencia, más bien del orden de lo imaginario. Un poco recoger lo que estuve viendo en las marchas, y en las calles en los últimos años, en el movimiento feminista argentino, y las chicas y las adolescentes cómo pensaban, cómo se movían, cómo construían nuevos tipos de vínculos sexoafectivos. Todo eso es muy diferente a lo que pueda haber sido mi adolescencia, que viví una cosa muy diferente. Si bien son pocas décadas, el hueco generacional se hace muy grande también por muchas batallas ganadas, muchas luchas que se vieron en materia de género, ¿no? de identidad de género y de feminismo, y una ley del aborto que ya tenemos en Argentina. Entonces lo llamaría un deseo autobiográfico, pero no es autobiográfica en sí, aunque tenga elementos autobiográficos.
A. M.: Pensando en tu ópera prima, Atlántida, me gustaría hablar de cuerpos, de tus relaciones con las actrices. ¿Cómo trabajas esta idea, más allá de la cercanía y la naturalidad? ¿Hubo que darles muchas indicaciones?
I. M. B.: A mí me gusta estar muy cerca de la corporalidad, de los cuerpos de los actores, y algo que dé como una sensación de roce con la cámara, como algo que está cerca y que se puede palpar cierta transpiración o el brillo. Sobre todo en el caso de los adolescentes que es como algo que se transmite a través de los poros, de esa cuestión adolescente, y de toda esa adrenalina que se ve. Eso cuando uno lo puede plasmar bien en un plano que sea justo o no, con ese rostro puede dar lugar a esa sensación, de poder verlo como si fuera palpable, que me parece que es muy lindo. Un poco con eso trabajé en Atlántida, con los cuellos, con los vestuarios y lo vuelvo a trabajar en Camila saldrá esta noche, recogiendo este tipo de cosas que me parece que es lindo sentir que uno podría meter la mano y tocar una piel, o sentir la transpiración, o sentir el nerviosismo. Es acercar los cuerpos al espectador, una cuestión física de corporalidad. No tenerla lejos, que esté ahí, que esté el cuerpo viviendo en la pantalla y que sea como muy vibrante.
A. M.: Me encanta cómo integras el despertar sexual en el relato de Atlántida, es algo que se cuece, que va creciendo sobre la marcha, sin renunciar a la precisión del apartado visual ni a los tiempos muertos. ¿Te identificas como una cineasta que sigue a rajatabla el guión?
Indicaciones siempre hay, pero un poco trabajamos con un espacio, hacemos ensayos un poco sin cámara y yo voy viendo cómo se mueven los actores, las actrices, y en base a eso un poco también planteo la cámara. Tengo un planteamiento previo pero también después dejo un lugar al ensayo para ver cómo es más orgánico. Porque por ahí uno hace un ‹shooting›, un planteo de cámara, una apuesta y después el actor entra en el set o en el lugar de la localización y no funciona tan bien, entonces siempre estoy abierta al cambio. Yo le digo «bueno, cómo lo harías vos», y miro cómo lo haría. Y sobre eso, veo si me funciona, veo si es orgánico, tomo lo que me dice la actriz y también corrijo.
A. M.: ¿Ves competente el consumo impuesto por las plataformas en ‹streaming› con el cine de autor, aquel que marca la diferencia respecto a las imágenes varias del audiovisual?
I.M.B.: Me parece por un lado que sí hay algo de dificultad para llevar a la gente a los cines, y con las plataformas y las películas tan qué, y también el consumo personalizado en casa, casero, digamos que hace que la gente pueda buscar exactamente lo que tienes ganas o lo que quieres. Obviamente no es lo mismo que el cine, pero también me parece que hay que dejar de pensar los espacios de las salas como espacios de distribución de ese tipo de películas, y pensar que son los festivales los espacios que nos quieren, que quieren nuestras películas, y dejar de renegar un poco con la taquilla.
Eso es muy bonito de los cines de España que todavía se mantienen, por lo que he visto cines viejos o antiguos que tienen por ahí una sala, dos salas, tres salas, y que mantienen películas como esta.