Pequeños tratados bohemios
Este es un film con escasos artificios, sustentado en las interpretaciones y con un precioso sentido de la inmediatez a partir de distintos lugares comunes. El método de trabajo se acerca a cineastas conversacionales del calibre de Éric Rohmer, aunque con ciertos matices. Por ejemplo, la tentativa de que el cineasta adquiera una posición similar a la del espectador en tanto que el material fílmico se exhiba como un ‹work in progress› es más inusual en la historia de la ficción. El relato se teje sobre la marcha, progresivamente, comprimiendo el flujo vital de manera que denote cercanía y se narre en una suerte de presente continuo. Por ende, Outside Noise precisa una tarea muy solapada entre dirección y montaje.
La historia es sencilla, que no simple. Seguimos a Mia y a Daniela, que se reencuentran en Viena y en Berlín tras haber pasado una temporada bajo el yugo del bullicio neoyorquino, y las oímos platicar sobre todo tipo de experiencias vividas.
Lo que en la serie Girls supone la canonización del género del ‹Mumblecore›, caracterizado por la agilidad en los diálogos y la soltura de las interpretaciones, en Outside Noise éstas se sustituyen por un sosiego en el ritmo y una puesta en escena más calculada, pero que siempre está sirviendo de plataforma para que las actrices ocupen el cuadro. Sin duda, es una pequeña película que se inscribe fácilmente en la tradición europea, esto es, de los cines de la Modernidad. Algunos encuadres, sobre todo en relación a las líneas y al fondo, pueden remitir al teatro “brechtiano”, pero el director Ted Fendt distribuye a los personajes en los planos de manera que lo que predomine no sea una distancia racional, sino una compenetración equilibrada entre estética y contenido. Pocos gestos se leen forzados, la coordinación entre todos los departamentos da sus frutos. No es trivial que se nos venga a la cabeza la ‹Nouvelle Vague›, corriente que, entre muchas facetas, explora la relación entre individuo y sociedad desde una ruptura de la lógica causal, generando ejes de significado que disienten del modelo clásico. En este caso particular, sin embargo, pueden leerse curiosos hallazgos en el tono, muy deudor del cine contemporáneo si se piensa en los intercambios de diálogo como una pequeña forma de terapia para el espectador, que necesita ponerle freno a la aceleración a la que está encadenado.
Por parte del cineasta es perceptible una admiración hacia los conocimientos de las mujeres protagonistas y un compromiso desde la mirada creativa, ya que nunca son descritas desde el trazo y se complementan la una a la otra. Por ende, no por ser un guión escueto renuncia a complejidad y espesura emocional.
Otro realizador contemporáneo que demuestra esto último por activa y por pasiva es Hong Sang-soo, que si bien su manejo de la dirección apunta hacia unos estilemas bastante marcados, comparte un parecido con Outside Noise a la hora de dilatar las escenas y dotarlas de un tiempo interno que no se precipita hacia una resolución, sino que simplemente se extiende sin razón aparente. En ese sentido, la escena de cierre rompe con cualquier barrera que se podría haber insertado entre nosotros y las protagonistas, mientras Fendt nos obsequia con una sucesión de primeros planos entre ambas que son resultado de nuestra progresiva inmersión en la ficción.
La película, pues, esconde momentos de diálogos inspirados («rara vez se muestran los sentimientos en los museos»), pero camuflados en conversaciones ordinarias. ¿No es esta la esencia del ser humano en grata compañía, mostrarse común la mayor parte del día?