Si por algo el cineasta finés ha destacado estos últimos años es por la incorporación de una trama romántica en el epicentro de una historia que en un principio no se prestaba a ello, con la reciente Compartimento Nº 6 (2021) y con su anterior largometraje, titulado El Día más Feliz en la Vida de Olli Mäki (2016).
Los inicios de Juho Kuosmanen, nacido en Kokkola en 1979, germinan en un cortometraje llamado Roadmarkers, film en el que de entrada la carretera adquiere un significado metafórico en relación al camino que Kuosmanen empieza a desbrozar como creador.
Ya puede detectarse su interés por los ambientes que abrazan las bajas temperaturas, típicas del país, y que en Compartimento Nº 6 casi devienen una seña de identidad para las imágenes que edifica.
Roadmarkers presenta a un pequeño grupo de personajes que, como bien indica el título, transitan por el asfalto, en lo que parece un camión de trabajo. El personaje femenino, que lleva una bicicleta, es el que más despunta, en parte gracias a su chubasquero amarillo, y está junto a dos hombres que la acompañan y que deben ayudarle a resolver un microconflicto: arreglar las cadenas de la bici. La escena de cierre, que sucede tras un sugerente plano/contraplano ejecutado desde la distancia, lleva grabada a fuego la palabra libertad, término que nuevamente se plasma con un personaje desplazándose solo en un vehículo, en un instante de relajamiento, bienestar o meditación.
Kuosmanen se siente cómodo con la sobriedad expresiva y la contención de los sentimientos, prefiere una imagen silenciosa a una gran ceremonia emocional. No le concede mucho espacio al sonido, es un director que necesita unos intérpretes fotogénicos para ensalzar el minimalismo que les rodea, en un entorno silencioso y calmado.
Es tentador pensar en la figura de Aki Kaurismäki como una referencia para Kuosmanen, pero por lo visto hasta ahora sus estilos no han llegado a confluir. Bien cierto es que muy probablemente el primero habrá sido una inspiración para el segundo, pero si Kaurismäki emplea la realidad circundante como una cosecha para el humor gestual, Kuosmanen la orienta hacia una manera distintiva de decodificar lo ordinario. Y en el caso de Compartimento Nº 6 también lo que se sale de lo ordinario, en el caso del personaje de Yuriy Borisov.
Otros cineastas escandinavos del calibre de Roy Andersson o Ruben Östlund no están lejos de Kaurismäki a la hora de convertir un entorno en algo que se abre a lo surreal o a lo estrambótico. No obstante, son cineastas del plano fijo, mientras que Kuosmanen sigue apostando por el montaje como normativa artística, y si decide incluir algún personaje estrafalario lo hace desde el equilibrio compositivo o una narrativa sin grandes altibajos.
Le atraen los cruces de miradas entre personajes, de hecho toda Roadmarkers parece destinada a construir semillas, desde gestos interpretativos hasta motivos visuales y argumentales, que podría reutilizar en películas ulteriores. No hay duda de que se trata de una de las voces más curiosas del panorama escandinavo contemporáneo, y podría alcanzar perfectamente un estatus reputado en el contexto del cine de autor europeo.