John and the Hole es uno de esos film que intentan conjugar su alma de cine independiente con un flirteo de género que, se supone, es inesperado. Algo así como una versión ‹indie› del terror elevado pero jugado desde una perspectiva de baja intensidad, donde la primacía del drama está por encima de las pinceladas genéricas y donde el ‹exploit› del horror en secuencias explícitas es substituido por una (pretendida) metáfora intelectual.
Un planteamiento que puede sonar algo presuntuoso a priori pero que, bien mirado, podría ofrecer posibilidades cuando menos interesantes a todos niveles. Un ejemplo de ello es la también vista en el Americana We’re All Going To the World’s Fair. Film quizás no perfecto pero sí estimulante en cuanto a riesgos tomados. Por desgracia, el debut de Pascual Sisto no consigue el efecto deseado, más bien resultando un ejemplo palmario del quiero y no puedo cinematográfico.
Y es que John and The Hole no funciona en casi ninguno de sus aspectos: como ‹coming of age› resulta demasiado obvio en su simbolismo, como intriga terrorífica escasea en momentos escalofriantes y como drama naufraga entre digresiones fantasma, subrayados argumentales innecesarios y un desarrollo moroso más tendente a la reiteración de situaciones que al desarrollo de sus personajes.
Por si fuera poco su construcción visual tampoco va más allá de la declaración de intenciones. Sepsis arquitectónica, tonos neutros y parajes inhóspitos buscan transmitir por un lado la verosimilitud de lo acontecido y por otro la sensación de irrealidad de cuento moral. Como todo en el film, esto funciona a nivel propositivo. De hecho el primer tramo del metraje consigue sentar las bases y las dudas necesarias como para preguntarse en que dirección irá la narración. El problema es que esta pregunta queda rápidamente contestada, quedando solo una especie de ‹loop› de situaciones donde la información escasea no por falta de pericia en suministrarla sino porqué sencillamente ya no hay más que se pueda decir.
En este sentido se podría haber explorado la vía de optar por una película de personajes, de explorar sus psiques y a partir de ahí desarrollar una multiplicidad de conflictos. En lugar de ello se dibujan unos personajes planos, cuyos silencios aportan casi tanto como sus palabras y actos, es decir, nada. Con ello, los posibles interrogantes que se podrían abrir al respecto de comportamientos relacionales acaban por desaparecer en favor de una planicie unidimensional nada favorecedora.
Así pues, John and the Hole acaba siendo una ‹coming of age› que quiere poner de relieve el enfrentamiento contra lo adulto por la vía de querer asumir esa adultez solo en las partes positivas de la misma. Una metáfora sobre cierto infantilismo social instalado en el quiero y no en el debo que funciona a base de una crueldad que se regocija en lo hedonista mientras aparta lo “viejo” por considerarlo inservible. Un mensaje con claro componente social que en su mezcla con horror psicológico nunca acaba de cuajar quizás debido a unas pretensiones más allá de las posibilidades para un debut. O quizás, y esto es lo más probable, por un exceso de conservadurismo en unas formas que no solo no arriesgan lo necesario sino que lo hacen en los puntos equivocados.