Hong Sang-soo: Espejos del Mundo
Quizá fue un sabio, o varios sabios, que nos dieron a entender que la belleza de la vida reside en los pequeños detalles. Y el cine, cómo no, es una de las vías más propicias para visibilizarlos, porque incontables veces esos detalles pasan desapercibidos a nuestra visión cotidiana. El de Hong Sang-soo es un cine que encuentra acomodo en el minimalismo, en ese ejemplar planteamiento “rohmeriano” según el cual, cada película podría ocurrir en paralelo a otra, cada film es un complemento a la anterior y es intercambiable.
En Ahora sí, antes no emplea la estructura del díptico para permitir al espectador reparar en algún aspecto que haya podido pasar por alto, y escribe la misma historia dos veces, desdoblándola. En el caso de La virgen desnudada por sus pretendientes, una de sus incursiones más tempranas en el medio, apuesta por una estética y un encadenamiento de sucesos que recuerdan a los films de la ‹Nouvelle Vague›, es decir, a la herencia de la modernidad. En una escena, un personaje masculino le pide a un personaje femenino que se case con él, y se lo comunica por última vez, casi a modo de advertencia, o haciendo hincapié en una oportunidad de oro que está echando a perder. Se puede argüir que el director empieza operando entre lo incisivo y lo cálido, y abre una primera etapa cinematográfica donde la imagen y el sonido se afinan más, partiendo de producciones relativamente holgadas. En sus últimas películas, por otro lado, es donde despliega una noción distinta, como si cada pieza abriese una pequeña ventana hacia el mundo exterior, y lo técnico pasa a depender de lo temático.
Se ha consolidado como un cineasta de lo efímero, de lo pequeño y lo sucinto, de lo que la vista y el tacto suelen ignorar en la vida real y que es a veces lo que determina el sentido de un momento. El director se resguarda en una trascendencia de lo anecdótico, y ya sea desde lo bohemio o lo banal, desde el blanco y negro o el color, que su mirada logra mantenerse siempre en una distancia justa respecto a los personajes, y es innegable que, como muchos otros directores, su filmografía haya tomado el rumbo de la esencialización. Y en este caso aún más evidente, porque hablamos de alguien que ya procura ser esencial desde su arranque.
Gracias a la llaneza de la puesta en escena y a la pulcritud de sus diálogos, Hong Sang-soo demuestra un innegable sentido de la transparencia y la naturalidad. Nombres como Richard Linklater en Occidente, con su celebrada Trilogía Before, también encajan en este cine dialogado, que prefiere depositar en la palabra las derivas de una escena —sin prescindir de los silencios— que marcan los ‹tempos› respecto a las actitudes de los personajes.
Es cine marcado por el temperamento zen, inalterable y respetuoso, que pone al espectador al mismo nivel de lo que está viendo en pos de que éste deshaga la barrera que supondría una ficción hipertrofiada o engalanada. En muchos casos de su trayectoria, da la impresión de que cada escena atesore un valor independiente por sí misma, y eso se debe a que no mantiene una línea causal en el discurso fílmico.
Si recordamos Our Sunhi, es otra de sus películas que emplea una imagen desnuda, poco estilizada, ya que se busca que el contenido se ubique en el primer término, resguardándose del influjo de otras disciplinas audiovisuales que se caractericen por el abuso de la forma. No es descabellado asociar esas imágenes con vídeos de YouTube o programas televisivos, pero por descontado, narración y posicionamiento de cámara marcan la diferencia.
Las condiciones de sus rodajes no dependen de un presupuesto elevado, pero en escenas como las de los comensales en Our Sunhi, Hong Sang-soo optimiza los escasos recursos de los que dispone para proyectar un carácter observante, que manifiesta superficialidad y profundidad a la vez. La primera se debe a que son diálogos muy apegados a nuestro imaginario común, y que no guardan un misterio aparente. La segunda, no obstante, es porque el director es capaz de sintetizarlos y exponerlos sin tabúes.
Sin discusión, Hong Sang-soo es uno de los nombres más significativos del panorama surcoreano, y cuyo nivel de actividad también determina la lectura y el rumbo de su oficio, como es el de describir, casi de forma serial, los procederes y los porvenires de quienes habitamos este mundo.