Puede que sea una anécdota. Puede que no sea relevante a nivel cinematográfico. Pero en el fondo es una imagen que te persigue durante todo el metraje y que, por desgracia, funciona como metáfora perfecta del conjunto. Y es que ver a John Malkovich con un chándal roñoso de Naranjito es tan hipnótico como decadente. Una muestra de cómo intentar definir un personaje a través de elementos externos y acabar por convertirlo en un esperpento que en ningún caso cumple con el objetivo planteado.
Eso es, ‹grosso modo›, lo que sucede con El engaño. El film de Luis Prieto es un intento de recuperar la tradición del sexy thriller noventero pero que, más allá de cuatro pinceladas arquetípicas, nunca encuentra ni el tono, ni los elementos para configurarse, ya no como un ‹revival›, sino como un simpático y modesto homenaje al subgénero. Prieto parece conformarse con la idea tener un chica sexualmente atractiva con habilidad para el engaño y desequilibrio mental para el asesinato y no va más allá de ahí, ni tan siquiera en sus escenas eróticas, más pacatas que sus referentes y por tanto poco sugerentes o definitorias en la trama.
No hay un dibujo profundo de sus personajes, ni preocupación alguna por saber cuáles son sus motivaciones o traumas psicológicas para entender sus acciones. Sencillamente están ahí haciendo sus cosas, a veces incluso de forma incoherente, sin que nada de lo que ocurre llegue a impactar o a importar realmente. Todo para funcionar en modo piloto automático, algo que incluso se puede apreciar en una puesta de escena inane, que desaprovecha los recursos que ofrece su escenario principal, y en una factura visual muy pobre que remite al típico subproducto ‹direct to dvd›.
En el fondo, lo más lamentable es que dada la naturaleza de El engaño, el director no optara por enfocar el asunto desde una perspectiva donde la locura de serie B se adueñara del tono. Algo que le diera una pátina de desvergüenza o incluso de celebración festiva. En su lugar nos encontramos con lo que pretende ser una revisitación de género enfocada desde la seriedad respetuosa y que acaba pasándose de frenada en cuanto a prudencia. Hay tantas ganas de no derrapar en la propuesta que acaba por quedarse estancada en una tierra de nadie entre lo desdeñable y lo bostezable. Algo muy (demasiado) parecido a lo que popularmente se conoce como peli de tarde.
En definitiva, si la idea era revitalizar el thriller erótico el resultado no puede ser más decepcionante, ya que lejos de eso, lo que acaba por pasar es que parece una demostración de que es un subgénero agotado. Puede que haya algo de eso, pero la realidad es que no se trata tanto de la temática como de la torpeza en la ejecución. Un pequeño desastre que solo se sobrelleva por lo reducido de su metraje y por, volviendo al inicio, la capacidad sorpresiva e inquietantemente magnética de ver a un actor de prestigio como Malkovich luciendo al insigne Naranjito. Quizás, por ridículo que parezca, la única buena idea en toda la película.