Hace años, puede que ya muchos, yo también rompí una relación, pregunté sobre errores cometidos y me acomodé en un sofá para ver el documental La historia completa de mis fracasos sexuales. Como siempre, un estado de ánimo turbado hace que empatices hasta con los Pitufos, así que lo que ahora recuerdo como una película fallida sobre una idea original, parece que en el momento sirvió para descargar un poco la mente, aunque en realidad (según recuerdo) aquel rubio no aprendió nada; preguntara lo que preguntara, él ya tenía una idea preconcebida de lo que debían contestar sus ex y si no cuadraba, lo ignoraba. La comodidad de tener razón gracias a la sordera selectiva.
Hace unos minutos ha terminado ¿Qué hicimos mal? a la que me enfrentaba sin dilemas amatorios, tal vez algo de morriña familiar para lo que en realidad me hubiese encajado mejor el debut de Liliana Torres Family Tour, pero es que eso de la autoficción suena a ambrosía. En esta ocasión, la directora sí ha puesto su cara en medio de sus introspecciones personales, jugando a ser una actriz de renombre en la historia de su propia vida amorosa.
Liliana hace un retrato valiente, inteligente y emocional gracias a su capacidad de inmiscuirse en su propia memoria y utilizarla en lo que (parece) más le gusta, su trayectoria artística. Conoce las herramientas que maneja, tanto visuales como narrativas, y le añade una pizca de intriga al no controlar del todo lo que el resto de implicados va a aportar.
Una Lili adulta busca entre las relaciones más destacadas de su vida a los hombres que llegaron, marcaron y desaparecieron por un motivo u otro. Vale, todas esas entrevistas no deben contener a sus verdaderos ex-novios, pero la visión de la directora, tanto con sus montajes como con su presencia —mira arriba, abajo, piensa, habla entrecortada, suspira, aclara sus ideas y sigue adelante— hace que todo parezca un poco más de verdad.
¿Qué hicimos mal? formula algunas de esas preguntas básicas que nos intrigan pero de las que no siempre esperamos respuesta. Porque la conocemos. Porque no siempre gusta que te la confirmen. Se intuye a lo largo del metraje la ficción y la realidad, pero se agradece la forma en que se construye su conjunto, pues nos trae a la mente un poco de lo vivido, de emplazarnos en una misma situación, mientras recorremos miles de kilómetros con la maleta de Torres.
Pero la película tiene un premio, y es ese enfoque tan cinematográfico. Todo apunta a la profesión de la protagonista, ya sea por no esconder las cámaras cuando las entrevistas se vuelven protagonistas, o por nombrar en todo momento cuál es la ambición, el interés o el modo de (no)subsistir de Liliana. Una mujer que pone su punto de mira en su beneficio profesional, que en el mundo del cine es quizá más intrusivo que en otros ámbitos, y que adapta sus quehaceres más básicos a ese ideal.
En la intimidad incipiente de sus imágenes y pese a ser un relato tan personal, tan de nombre y apellidos, ¿Qué hicimos mal? nos invita a participar, a ser otro corazón reparado con un poco de cinta aislante, tiritas o similar, una película en la que acomodarnos y disfrutar, por ser una aventura personal que evoluciona desde su paseo por los “intringulis” familiares que fue su debut, madurando sus ideas, sin resultar lacrimógena al exponer su realidad o artificial dentro de su ficción resaltada, sin dificultarnos la tarea de acercarnos a husmear en una vida ajena. La de la directora, la de la protagonista. Una ciertamente interesante.
Y si hace falta se utiliza el término autoficción, y aquí no ha pasado nada.