El oscuro poder del lenguaje
I Want to Talk About Duras es una de las propuestas más controvertidas e interesantes vistas en la Sección Oficial de la 66ª edición del Festival de cine de San Sebastián. Reproduce la conversación transcrita y publicada por Michèle Manceaux entre ella y Yann Andréa, en la que se disecciona la intrincada relación que este mantuvo con la escritora francesa Marguerite Duras, 38 años mayor que él. La nueva propuesta de Claire Simon posee un valor cinematográfico tan limitado que la torna aparentemente innecesaria. Cuenta con una puesta en escena austera y si cerráramos los ojos al verla, la experiencia permanecería inalterada. Puede ser una propiedad negativa a la hora de considerar una pieza fílmica, pero su contenido discursivo es de valor y posee profundidad.
La decisión de filmar con tanta sobriedad, con una dirección tan modesta y desinteresada plantea una manera distinta y consciente de comprender el dispositivo cinematográfico y es importante comprender el film desde ese punto. Más que plantear ideas, las expone; las revive humanamente a través de las voces y rostros de Swann Arlaud y Emmanuelle Devos, hallando el testimonio desnudo de un hombre que ha perdido su identidad. Y es que da la sensación de que el film no aspira a nada más que eso, a devenir un medio. De esta manera, la condición única y esencial para resonar en las palabras de Andréa es aceptar y admitir la manera en la que están dispuestas. Exige una voluntad de entrega.
En I Want to Talk About Duras el amor supone un fracaso para la imaginación. El poder de lo platónico se despliega en el film como algo tan fascinante como tenebroso, transparentando a su vez una obsesión enfermiza por el lenguaje como una especie de herramienta de sumisión. La seducción existe porque el lenguaje de Duras es hipnótico para Andréa. Él se entrega absoluta y terminalmente a esta admiración y la brillante compresión del mundo bajo los ojos de Duras eclipsa a Andréa hasta el punto de convertirlo en un proyecto, anulando sus deseos —en especial su sexualidad— y emociones. Vemos cómo supone un suplicio pronunciar estos conflictos para un hombre que ya no sabe quién es ni a qué pertenece. Su vida antes de Marguerite Duras parece haberse esfumado. También es importante destacar la figura de la entrevistadora, que visita la narración arrojando realidad a la ficción en la que él está sumergido, proponiendo una confrontación constante entre lo real y lo irreal.
Es un film sesudo sobre una relación abusiva, que explora la idea del amor que debilita y la pérdida de consciencia que eso conlleva. Un discurso preciso e interesante que merece la pena revisar.