Hay quien dice que nuestras proyecciones de futuro están en realidad basadas en experiencias pasadas, ideas preconcebidas y un poco de miedos y recelo. Esto se podría resumir en que, en general, nuestra imaginación no da para crear de cero, y por eso se basa en lo que ya ha vivido para temer lo que llegará o para abrazarlo ciegamente. No sé si tendrá base real, pero como introducción para hablar de la película israelí Siempre contigo, me vale.
Siempre contigo, la nueva película de Nir Bergman, cuenta la historia de un padre, Aharon, y su hijo autista, Uri. Dos personas que conviven y viven inmersos en su propia rutina diaria, alejados del mundo tal como lo conocemos, pero entremetidos en él como dos más. Sin embargo, esta rutina amenaza con cambiar cuando Uri se convierta formalmente en adulto y sea trasladado a una residencia especializada. Es en ese momento, de camino a las instalaciones, cuando exploraremos las carencias, dependencias y necesidades de los dos, sobre todo a partir de que Aharon tome la decisión de huir juntos y evitar llegar a su destino en busca de uno un poco diferente.
Nuestra vida es un viaje constante y Nir Bergman lo retrata de una forma cálida y empática, poniendo el foco en la relación padre-hijo y en la sensación de dependencia mutua. Por parte de Aharon, porque estamos ante un hombre maduro que ha abandonado casi todo por Uri y se adapta perfectamente al papel de padre y único protector. Por parte de Uri, por el miedo a estar sin su padre, a pesar de que, siempre con un poco de ayuda, muestra ser capaz de funcionar de forma independiente. En resumen, una historia que no busca la comodidad del espectador, aunque le ofrezca momentos de cierta ternura y casi siempre juegue en la amabilidad. En vez de eso, parece que nos invite a cuestionar algunos de los alegatos expuestos por los protagonistas (como el de que si llevas a un familiar a una residencia o contratas a alguien que lo cuide es que no quieres a dicha persona), e incluso a aceptar que en casi todo encontramos incongruencias o contradicciones que aun así no niegan una realidad que existe, jugando con los roles paterno-filiales si hace falta: la responsabilidad en la paternidad, la independencia de los hijos (o el grado de la misma en caso de trastornos), cuánto llena la vida de uno el otro y hasta el qué será de él cuando yo muera, aunque esto último lo toquen un poco de refilón.
Así, asistimos a las rutinas y hábitos de ambos protagonistas, que pueden parecer extraños o infantiles para los observadores externos, pero no infrecuentes para las personas del espectro. Aharon, además de entender los hábitos y obsesiones de Uri, pasar tiempo con él de forma activa y preocuparse por su desarrollo, también es víctima de su sobreprotección, de ahí que se muestre reacio a inscribirlo en clases o actividades de integración, y aún más reacio a cambiar la vida de Uri de acuerdo con los ya mencionados planes de la madre del joven (cuyas apariciones en la película son para eso), consistentes en que viva en un centro para jóvenes adultos en el espectro del autismo. Según cuenta la mujer, el centro tiene muy buenas opiniones, ofertas de actividades y no es en modo alguno una prisión ni un hospital del que no pueda salir. Es entonces cuando conocemos la parte más infantil del padre, y cuando comenzamos a preguntarnos qué haríamos nosotros en su situación.
Siempre contigo podría ser una película complementaria de la italiana Las llaves de casa, porque ambas hablan sobre la autonomía de las personas con discapacidad o trastornos, normalizan situaciones y relaciones que muchas personas pueden desconocer y, desde inicios y puntos de vista diferentes, ambas películas plantean cuestiones relacionadas que permiten llegar a conclusiones muy distintas, principalmente por la personalidad y evolución de los protagonistas, aunque obviamente también por la diferencia de trastornos.