Hay realidades en el mundo que son tan ridículamente crueles que se vuelven difíciles de creer, y así mismo actitudes que por sentido común y un mínimo de empatía o tacto no se esperarían de personas cercanas que te conocen y han convivido contigo durante años, por eso esta película en un principio puede entenderse como un drama exagerado o inclusive absurdo, pero lastimosamente situaciones así se pueden llegar a dar. En un entorno donde se ha normalizado el invisibilizar o desestimar el dolor de aquellos que desde niños han tenido que afrontar la vida como una experiencia llena de injusticias y abusos, ser víctima de un delito es otro punto suspensivo...
En este caso O-Bok, una mujer de 61 años, sufre tras una noche de copas una violación por parte de uno de sus empleadores, suceso que no se muestra en pantalla pero se deduce a través de las actitudes de las víctimas los días siguientes; aunque la señora lo primero que hace es tratar de ocultarlo a los demás, se denota evidente en su mirada resentida y su actitud huraña que tiene un malestar que le carcome el alma. Ella trata de seguir con su cotidianidad y de continuar su vida como si tal experiencia no hubiese tenido lugar, pero más tarde el dolor podrá más que la prudencia y tomará la decisión de hablar y pedir ayuda. Es en este momento donde mejor se entiende la resistencia inicial de O-Bok a declarar el hecho porque no son solo sus empleadores quienes pondrán en duda el relato de O-Bok, sino también sus compañeros de trabajo y hasta su propia familia. Y esto pasa porque cada cual pone sus necesidades primero por encima del honor de O-Bok; por un lado, sus compañeros temen que un escándalo les traiga problemas a sus negocios y, por el otro lado, su hija ve como dicha situación pone en riesgo el prestigio de su familia y su futuro matrimonio. A ellos, que no tienen que cargar con la humillación, se les hace fácil desdeñar y menospreciar los sentimientos de O-Bok. En el fondo es esta la maldad de las clases bajas, en las cuales un entorno hostil permea un ambiente en el que la competitividad y la precariedad se vuelvan la excusa perfecta para desestimar los dolores ajenos; vivir es sufrir, un trauma es poco entre muchos.
Para O-Bok esta situación será el detonante para reclamar no solo por este caso, si no por la condición abnegada que ha tenido que padecer a lo largo de su vida, sin derecho a elegir y condenada a vivir solo para su familia. Hay otro punto en la película fundamental, y es que sus compañeros y hasta su hija empiezan a cuestionar el relato de O-Bok con el fin de desacreditarlo; este cuestionamiento no es solo una manera de deslegitimar la experiencia de O-Bok sino que también implica una autoconvencimiento en el que los individuos crean un relato alterno que les parece más conveniente y que hacen verosímil aún para sí mismos.
Gull es una mirada interesante sobre una problemática aún latente que afecta a muchos individuos y que evidencia lo precario que es hoy por hoy el sistema judicial en muchos países a la hora de investigar y comprobar la veracidad de ciertos delitos que ocurren en la esfera privada. Además, también permite ver como las clases bajas al tener menos recursos y depender del sostenimiento de ciertas relaciones para subsistir se ven supeditadas a normalizar malos tratos o incluso directamente (como en el caso de la película) a tolerar graves violaciones de sus derechos a la dignidad y la honra.