Ekspres, Ekspres, Gone with the Train en su título internacional, es una cinta eslovena del año 96 sencilla hasta decir basta, que aúna la clásica ‹road movie› como un homenaje al cine mudo. Los diálogos que pueblan el filme del cineasta Igor Šterk se limitan a expresiones vacuas del tipo «Un café», «Billetes por favor» o «¿Cuándo sale el próximo tren?». Narrativamente es una historia simple (y lo simple no es, o no debe ser, sinónimo de precariedad), sostenida por mil y un pequeños detalles construidos con mimo y delicadeza, donde sin ser una proeza visual, recoge el legado del cine silente para estar continuamente desarrollando dicha narración de manera visual. Incluso en su parte final el director no puede resistirse a poner un intertítulo.
Comenzamos con el actor Gregor Baković —conocido tal vez por una de las obras eslovenas que incluso llegaron a nuestros cines allá por el año 2006, Odgrobadogroba, De fosa en fosa en su traducción— tejiendo lo que en breve descubriremos que son unos pantalones. Sale de casa y observamos que en una bandera negra en la ventana, señal de duelo por un familiar cercano fallecido recientemente, falta precisamente la silueta de esos pantalones que estaba tejiendo. Poco más hace falta para conocer la motivación del protagonista de la historia para subirse a un tren con lo puesto y algunas pocas pertenencias e ir comprando billetes hasta la siguiente estación sin rumbo fijo.
Siendo pocos exhaustivos con ese género que son las ‹road movies›, basta decir que muchas veces podemos encontrarnos obras que se detienen más en los personajes que en la narración, en interminables encuentros y desencuentros entre distintos nombres y mujeres que van moldeando a nuestros protagonistas. Ekspres, Ekspres va un poco más allá, la interacción entre ellos es ínfima, no hay diálogos jugosos o situaciones de las que se pueda apenas sacar una moraleja o poso. Estando en una ‹road movie›, el director y su co-guionista imponen la visión del cine mudo. Y sacan petróleo de esta fórmula, con elementos que basculan también entre la cotidianidad mundana de la vida de un tren que desembocan en otros irreales. No es el caso, no puede ser que cada vez que veamos una obra balcánica salga a relucir, como si nada, pero bueno, algunos verán una mirada cercana al realismo mágico de Kusturica.
Los personajes secundarios vienen y van, algunos repiten, pero no tienen apenas influencia en nuestro protagonista. Los pasajeros están pendientes de sus problemas y los trabajadores del tren parecen estar la mayoría de las veces desganados, ajenos a los relatos de vida que ven pasar cada jornada.
La primera media hora es la más sensacional, cuando nuestro protagonista se encuentra con otra chica, la actriz y guionista Barbara Cerar, que también está pasando por la misma situación que él, y prácticamente vive en el vagón de tren, tendiendo la ropa, tomando un café, haciendo la colada, etc. Repetimos, sin decirse nada entre ellos, con miradas, gestos y acciones cotidianas. Con todos estos mimbres, la película es desde el principio una obra muy tierna llena de momentos cómicos que despuntan aquí y allá. Es de agradecer como reseñable el equilibrio en el tono, pues la ternura tanto de sus personajes como la manera de capturarlos por la cámara no resulta en una indigestión de azúcar, algo de lo que en más de una escena podría haber pecado, pero su cineasta sale airoso en cada momento.
A esto también acompaña una banda sonora en todo momento, muy del estilo del cine mudo, como comentaba anteriormente.
Es definitiva, Ekspres, Ekspres es una pequeña delicia de apenas 76 minutos. Una obra romántica, con un toque melancólico, llena de gags visuales y personajes secundarios descritos con una breve pincelada y que funcionan a las mil maravillas, aunque en ocasiones no lleguen ni a interactuar con nuestra pareja protagonista. La cámara se detiene en todos los entresijos del tren, mostrándonos a todos sus habitantes; pasajeros o trabajadores por igual, en un mundo que no se detiene, que sigue avanzando hasta la siguiente estación.
Es una lástima que sea una película tan difícil de encontrar, porque las sensaciones que deja son muy positivas.
Estoy deseando coger un tren y no volver.