Aquí una nueva Parasite, una nueva Roma, otra historia que se suma a estas populares representaciones de la vida al servicio de las clases altas; nuestros ojos y nuestro campo de acción será el de Guie’dani, una niña de descendencia indígena que viaja del campo a la ciudad con su madre en busca de un mejor futuro, la puesta en escena y la banda sonora envolverán al personaje modificando sus gestos, deformando su carácter y haciendo de nosotros sus confidentes, los únicos que a través de su mirada devuelta podremos comprender que se esconde tras una tensa postura que incomoda a unos patrones que son incapaces de ver la realidad más allá de su espectro de frívolas comodidades.
La búsqueda del realizador apunta a un realismo subjetivo, en el cual la estética se acomoda a los límites de la percepción de la protagonista, esto sin llegar a límites extremos, pero si con el suficiente detalle como para que seamos capaces de comprender todos lo que carcome a Guie’dani y que nadie más es capaz de notar. Palabras más, palabras menos, los patrones son unos imbéciles, son personas que gracias a su distanciamiento de clases ven a las dos indígenas recién llegadas con una condescendencia empalagosa, postiza, con la que claramente desprecian sus costumbres, su dialecto, su forma de vestir y tratan de ocultar todos estos prejuicios elitistas detrás de consignas buenistas que hacen parecer que todos sus reclamos y críticas están motivadas por un deseo legítimo de mejorar sus vidas, cuando en realidad solo buscan adecuarlas a sus propios estándares para no ser incomodados por la otredad, por la extrañeza. También hay que decir que se reproduce una mecánica de amo/siervo, en la cual el actuar del patrón debe entenderse como benevolente e inclusive caritativo, a pesar de que obviamente es él el que está recibiendo mayores réditos en el intercambio, y esto se facilita gracias a la actitud sumisa de ambas indígenas que partiendo de un estado de necesidad tienen que agachar la cabeza y acatar las órdenes sin apenas chistar, convirtiéndose en seres vulnerables e imposibles de valorar en igualdad de términos. Esto es un punto para subrayar, porque es una constante en países con alta tasa de desempleo que los patrones no solo abusen de sus empleados, sino que se justifiquen moralmente haciéndose creer a sí mismos que le están haciendo un favor a sus trabajadores, los cuales si no fuera por el trabajo que les permiten tener estarían en la calle aguantando hambre.
Aparte de lo ya mencionado, también hay un curioso contraste entre el comportamiento de los hijos del patrón y la propia Guie’dani, ya que a comparación de la indígena, estos son malcriados, malhablados, desordenados y en general llenos de defectos, los cuales sus padres apenas se esfuerzan por corregir, y aquí hay otro punto interesante, el cómo la existencia de las dos nuevas inquilinas también sirve para evadir la mirada de los vicios de la propia familia.
Por supuesto todas estas cosas incomodan a Guie’dani, la que además de tener que aguantárselas también debe ayudarle a su madre en el oficio, ya que no pudo conseguir una escuela en la cual estudiar este año, por esto pasa casi todos los días divagando en la realidad del hogar como si fuese una intrusa que a veces hasta estorba. De cierta manera, ella es privada de la niñez y obligada a entender la vida desde pequeña como una adulta, ya que a esto se suma el juicio de la propia madre, la cual probablemente también ha aprendido a trabajar desde pequeña y por lo mismo apenas tiene consideración por las emociones y crueldades que experimenta su hija.
Hay un cierto punto en que la película puede sonar exagerada en su discurso y más teniendo en cuenta que está apegado a una postura subjetiva muy marcada y muy de víctima, pero aún así tengo que decir que personalmente he tenido la oportunidad de conocer a varias empleadas del servicio a lo largo de mi vida y lo que plantea la película por exagerado que pueda llegar a parecer no dista tanto de la realidad de algunos patrones, inclusive cosas mucho peores y más injustas se dan en la cotidianidad de la vida de los empleados domésticos y por ello esta película termina siendo una obra muy a tener en cuenta y que si bien tampoco se puede tomar como una verdad, en general sí presenta una realidad que se da con frecuencia y requiere de más valoraciones que profundicen en ella.