Bajo el dorado resplandor de una mañana en Buenos Aires un locutor nos hace una promesa y un ladrón roba a una señora; de esta manera abre el telón de una historia de amor donde Clara y Raúl se descubren entre sí por una razón casi fortuita, a través de un aviso publicado en el periódico por ella, en el que busca a un hombre con el que salir arguyendo una falsa razón.
Lo que tenemos aquí es un amor que surge del desengaño y la experiencia; el primer encuentro de los protagonistas es un esfuerzo lamentable por revivir los ingenuos vicios seductores de una juventud que tiempo atrás hizo evidente el carácter superficial de sus palabras. Es aquí donde entra el gancho de guion, la excusa que perpetúa la relación entre ambos, y es que la razón por la cual Clara publicó el aviso inicial es que necesita a un hombre que finja ser su pareja frente a su hermano, que se encuentra lejos en el extranjero y que pronto vendrá a visitarla. Clara tendrá que tolerar el conocer Raúl e intimar con él dado que lo necesita para este propósito. Aquí, la cinta platea una fábula interesante a partir de la que el amor surge de una interacción prolongada en la que la pareja comparte momentos y anécdotas que los conectan tanto en la experiencia pasada como en la soledad del presente. El vínculo no nace de manera espontánea, sino que se desarrolla y fortalece paso a paso en cada nuevo escenario donde tanto los defectos como las virtudes se resignifican, creando un verdadero lazo de empatía y comprensión ante la mirada del otro. Es de elogiar el trabajo de los dos actores principales, los cuales hacen gala de su destreza, logrando que los hechos sean creíbles y a la par enternecedores. El guion es el típico de un melodrama, con pequeños giros y situaciones que harán que entre los personajes se establezca un vaivén de constantes malentendidos, que pondrán siempre en riesgo la relación de los personajes.
Es un trabajo que recuerda en especial a El amor en los tiempos del colera, dado que es un romance que llega a desarrollarse en una etapa tardía de la vida en la cual una persona normalmente no guardaría la esperanza de enamorarse de nuevo, o no andaría buscando interactuar con otra persona desconocida para pasar el resto de sus días. En este orden de ideas, hay también una aproximación interesante a aquel tabú o prejuicio que nos hace creer muchas veces que el amor no está hecho para que lo descubran los viejos. Pero en estas obras podemos ver que la vejez llega a ser muchas veces la etapa mas madura de la vida para establecer una relación, puesto que permite que podamos afrontar las dificultades que se dan en las interacciones con mucha mayor sabiduría, templanza y carácter, además de que los últimos años de vida de una persona pueden ser en los que más necesite compañía, precisamente por ser etapas de mucha vulnerabilidad, en la que el cuerpo nos traiciona y la sociedad en la que se vive tiende a dejar de lado las necesidades de los más mayores.
Por todo esto Sol de Otoño es al final un drama sencillo que nos invita a reflexionar sobre uno de los temas que rara vez están en boga en el arte (como es el del amor entre personas mayores) y, sin ser muy ambiciosa, nos regala una propuesta entretenida y reflexiva sobre las dificultades de la vida y las necesidades afectivas y capacidades de los corazones de aquellos que están más cerca del fin de la historia.
Me encantaron las reflexiones sobre » sol de otoño » hace mucho que la vi , pero la recuerdo como una muy buena peli argentina. MIGNONA era un genio , encontré hoy un cuento corto suyo: Cuatro Casas , una pequeña joyita . Gracias