Las duras vivencias de la forzada inmigración latinoamericana en Estados Unidos son retratadas en Los lobos, película mexicana de Samuel Kishi. Pero lo hace desde una perspectiva diferente a la que tradicionalmente se ha abordado esta temática en el cine.
Así, centra su atención en el drama de dos niños, de 5 y 8 años, que tienen que pasar sus días encerrados a la espera de que su madre vuelva del trabajo. No tienen papá y dependen solo de ella. Tienen prohibido cruzar la puerta hacia la calle cuando ella no está. Su mundo transcurre entre cuatro paredes.
Y son esos instantes de encierro donde el filme deja al descubierto la imaginación inocente de los infantes, ese mundo que es muy propio de ellos y que está lleno de fantasías y de seres irreales.
Sin embargo, estas vivencias se mezclan con la incertidumbre y con la duda. Ellos se irán percatando que algo anda mal en su situación. Ven el mundo exterior por la ventana y les parece extraño o, tal vez, lo miran como un área que está prohibida para ellos.
El filme de Kishi no descuida la situación de Lucía, la madre de los dos pequeños. Su enorme sacrificio para cumplir con su trabajo y con su hogar no compensa la derrota personal que lleva en su interior al ser abandonada por su esposo. Las carencias económicas son evidentes en el cuarto que arrienda, y su frustración crece al saber que no podrá cumplir algunas promesas hechas a sus hijos para mantenerlos con esperanza de mejores días.
Los lobos está sustentada en una buena actuación de los tres protagonistas, lo cual es admirable por las representaciones que realizan, sobre todo, los dos niños. La historia está construida sobre los momentos cotidianos y duros de Lucía, en los que se deriva el comportamiento normal de sus hijos.
Los chicos harán que sus personajes imaginarios reciban lo que para ellos serían incomprensibles golpes de la vida. Se darán cuenta que salir del cuarto o de su encierro es como un reto y que la convivencia con otros niños del vecindario no es lo que esperaban. Tienen el gran sueño de conocer Disneyworld, algo prácticamente imposible por su situación, pero su madre sabrá suplir ese anhelo. Los “monstruos” de Halloween ayudarán a sacarles una sonrisa.
La película representa la situación de muchas familias que optan por emigrar y de lo difícil que les resulta encontrar armonía en un país extraño. Pero también contiene elementos esperanzadores, originados por el espíritu solidario de otras personas que dejaron del mismo modo sus países natales en búsqueda de oportunidades.
Los lobos es una película autobiográfica de Samuel Kishi, y una representativa obra de esa nueva tendencia del cine mexicano de recuperación de la memoria y de rescate de los recuerdos de la niñez, no solo de hechos vividos sino también de sensaciones.
De esta manera, Kishi construye una obra realista pero hecha con cuidado. Se aprecia su esfuerzo por impedir que otros elementos distorsionen la candidez de la historia. De esta manera, evita abordar a fondo los problemas sociales que se suscitan en el entorno donde habitan los niños, y que podrían estar relacionados con la violencia y la delincuencia.
A través del personaje de Lucía, la película rinde un reconocimiento a la madre sacrificada y luchadora. A aquella mujer que decide anular su vida personal por otorgarles a sus hijos mejores días y a quienes les impone ingeniosas normas de disciplina para que las cumplan en su forzada ausencia.
En la película se observarán rápidas secuencias en torno a varios personajes que pertenecen al lugar habitado por Lucía y sus pequeños, además de los longevos vecinos orientales que tienen cierto protagonismo. Y es que Los lobos también se constituye en una especie de álbum de fotos de los migrantes, para reconocer los rostros de quienes se atrevieron a cruzar, de manera legal o no, la frontera al sueño americano.
La pasión está también en el cine.