Empezamos año y con ello llega una comedia dispuesta a reírse de uno de los grandes dictadores de la historia (o tal vez lo haga con él). Taika Waititi —que debe ser una persona divertidísima— está preparado para pasar por la alfombra roja de todos los grandes certámenes de premios con Jojo Rabbit, pero no ha sido el primero en aprovecharse de una distorsionada visión de Adolf Hitler. Desde El gran dictador con Charles Chaplin jugueteando con una gran bola del mundo, a El hundimiento, con Bruno Ganz desgañitándose ante la caída de su gran imperio, muchos han jugado con la imagen del belicoso Hitler adaptando su imagen al ritmo cinematográfico que se le quisiera al film en cada ocasión. Nunca nadie que hubiese estado relativamente cerca del verdadero Hitler habría dicho que podía ser tan versátil su escuálido bigote.
Ya que hablamos de humor, nos vamos a centrar en una visión cercana, casi post-apocalíptica del aspirante a líder universal. En 2015 el director aleman David Wnendt (hasta entonces conocido por una película adolescente con total deshinibición sexual) aprovechó la novela de Timur Vermes Ha vuelto, basada en un «y si…» donde lo hipotético juega con la idea de un Hitler que aterriza por casualidad en la época actual, dando un salto abismal en el tiempo y sus ideales sobre la Alemania perfecta.
El tema da para mucha sorna, así que, bajo el mismo título de la novela, Wnendt confía en el actor Oliver Masucci para crear una especie de falso documental en el que explotar la reacción del mundo ante un tipo caracterizado de Hitler. Con un aliciente, nos encontramos ante el verdadero Hitler, algo que nadie es capaz de creer, que se va adaptando a ese vacío espacio-temporal que le ataca.
Esto da para situaciones divertidas y para verdaderas aberraciones, siempre aprovechando el humor para criticar el universo occidental y sus comodidades, con la simple comparativa de la limpia Alemania de los años 40 con la polutiva actual, o el más que evolucionado trato entre personas venidas de cualquier lugar.
Siempre conscientes de los límites del humor creados en Alemania (Hitler sigue siendo un tabú poco permisivo), se traza una imagen a veces naïf del ex-dictador, a veces reactivo a la actualidad, y cuando se utilizan chistes excesivos en cuanto a su persona o sus actos del pasado, se subraya estar jugando con fuego sabiendo lo «insultante» que podría resultar para ciertos colectivos. Porque sabe elegir campo de juego, y el director centra esta historia en el mundo de la televisión: siempre mentiroso, siempre provocador ante la intención de ganar espectadores. Hitler como líder de masas a través del humor televisivo, todo un revulsivo que da para varias situaciones jocosas.
Si hay un punto inteligente en este film es su interacción con la realidad. Sacar a este Hitler (tremendamente conseguido por el actor que lo interpreta) a la calle para que hable con la gente de a pie, sin que sean conscientes del rodaje de la película o sus verdaderas intenciones dan paso a verdaderas locuras, a los que con humor hablan de su vuelta, a aquellos que lamentan su ausencia con verdadero sentimiento, a los que le insultan y a los que simplemente quieren una foto con el tipo más polémico de la zona. Un Borat con algo más de corrección política, que pierde en cierta forma el gancho cuando se acerca plenamente a la ficción.
Ha vuelto trata de convertirse en una autoparodia, y sabe calibrar entre lo festivo y lo reflexivo dentro de su propio universo que mezcla el mockumentary con una especie de buddy movie que cumple a la perfección con lo que se espera de cualquier comedia: puro entretenimiento.
Muy buena comedia o casi comedia porque entre broma y broma dice la verdad de la sociedad de hoy. 10 de calificación de 0 a 10