En varias ocasiones, el cine mundial ha considerado dentro de sus producciones a las historias simultáneas de amor y de enfermedad, es decir, a describir cómo una pareja sufre porque uno de los dos tiene un mal incurable. Love Story, de Arthur Hiller, es tal vez el filme más emblemático al respecto.
En la mayoría de películas relacionadas con este eje temático, se ha resaltado el cariño y respeto mutuo, el sacrificio, la fortaleza de la pareja y su incansable lucha por estar juntos hasta el final. Sin embargo, en 1970, el mismo año del estreno de Love Story, el cine italiano presentó una propuesta diferente con Anónimo Veneciano, de Enrico Maria Salermo, una película con matices de obra maestra que relata una tortuosa relación amorosa, llena de odio, recuerdos, vacíos, angustia y desesperación.
Venecia se convierte en el escenario icónico de esta dura historia que tiene como protagonista a Enrico (Tony Musante), un músico que aspiraba a ser un gran maestro de orquesta y que vive alejado de su esposa Valeria (Florinda Bolkan), desde hace 7 años, porque ella vive con otro hombre en Ferrara. Tampoco ha visto crecer a su hijo y parece no haberle importado. Ambos acuerdan encontrarse en la “ciudad de los canales”, ella cree que él busca quitarle la custodia del hijo, pero pronto sabrá que se trata de un último adiós.
Los momentos iniciales de este filme advierten que el encuentro será intenso, se percibirá en las miradas de ambos. Todo el argumento se centra en esta cita y el manejo escénico se encargará de generar una atmósfera depresiva. No saben a dónde ir, sólo deambulan por las calles y aguas de Venecia, lugar que pinta un espacio miserable y solitario. Allí, en cualquier momento, ellos se escupirán su rencor, se harán reproches y acusaciones. También se calmarán y recordarán el pasado, aquellos momentos de gran felicidad cuando su amor iniciaba y la propia ciudad deslumbraba por ello.
En ese esplendor amoroso del ayer, Enrico quería irse de Venecia para triunfar en la música. Pero ahora sólo quiere permanecer allí, ya que la ciudad se está muriendo al igual que él. A Enrico le quedan únicamente algunos meses de vida porque posee una enfermedad mortal. Ha pensado en suicidarse antes, el miedo se ha adueñado de su mente. No teme al dolor físico, pero sí a la angustia interna de no existir más. Le pregunta miles de cosas a Valeria, a veces se exalta, y a veces la trata con cariño, parece que sólo quiere detener el tiempo con las conversaciones. Nunca ha dejado de amarla y trata de decírselo de muchas maneras.
La cámara y la fotografía de Marcello Gatti se encargarán de demostrar que Venecia, la bella ciudad simbólica del amor, también se puede convertir en un lugar sombrío y devastado. De esta manera, asume un rol protagónico por su tristeza y porque se frialdad será como una gran sombra que envuelve la trágica historia de amor que cobija en sus sitios. Parece que sólo quien huya de la ciudad podrá tener alguna opción de paz. El agua que cruza sus canales son puntos referenciales para los recuerdos y para lo implacable que ha sido el paso del tiempo.
El duelo interpretativo entre Tony Musante y Florinda Bolkan es admirable. El gran actor norteamericano luce irónico, porque oculta en esa cualidad su desesperación y preocupación por la enfermedad que está acabando con él. También deja al descubierto su quebranto con el silencio y el cambio de semblante. Por su parte, la actriz brasileña está magnífica al retratar a una mujer dura y maltratada, que no permitirá que quien le hirió antes trate de arrebatarle a su hijo o modificar su nueva vida. Interpreta a una persona infeliz pero resignada a tener paz y, al mismo tiempo, a un ser humano derrotado por un trágico desenlace.
La música que ambienta la película, creada por Stelvio Cipriani, merece un capítulo aparte. Se trata de una bellísima melodía, tan sorprendente como profunda. Su entonación ambienta un momento subliminal. Su intensidad es tan potente que paraliza el tiempo. Es un poema escrito con notas musicales. La partitura está omnipresente en toda la película y se encargará de guiar los pasos, los recuerdos y la pasión de la pareja protagonista. Se trata de una de las más grandes y mágicas bandas sonoras de la historia del cine.
La pasión está también en el cine.
Excelente manera de narrar el drama romántico de esta bellísima película, Anónimo Veneciano. Víctor Carvajal Celi, me hace recordar esa pasión por el cine europeo, me hizo volver al tiempo pasado de mi adolecencia cuando comenzó mi afición por el cine. Además, el lenguaje cinematográfico utilizado para describir a los personajes, el cruce de mirada de los actores, los sentimientos, la pasión, el dolor…, todo ello está olvidado en el cine actual. Mejor dicho en el anticine que nos ha vuelto insensibles. Un placer haberte leído Víctor Carvajal
Estimada Rosario, muchas gracias por tus comentarios. Estoy de acuerdo contigo en que el cine europeo despierta mucha pasión por sus temáticas, por su manera de narrar las historias y por inspirar estilos artísticos novedosos. Un gran abrazo para ti.
Estoy de acuerdo, gracias por considerar mi comentario
La película deja una imagen de la ciudad en decadencia y que irá desapareciendo cómo ocurre con la vida de Enrico. Es una representación de como se va apagando el esplendor de la vida y el amor. Que pensaría hoy su Director o sus protagonistas con el avance tecnológico y el desarrollo de técnicas que está permitiendo la protección de la infraestructura de Venecia?. De cómo continúa como un gran ícono de sobrevivencia y mucho más como ciudad sublime e histórica del amor .