En medio de la ya turbulenta vida de una adolescente media, pocas noticias pueden dejar en shock más a una madre que el hecho de que la joven confiese haberse quedado embarazada. Cuando Alice se lo comenta a su progenitora adoptiva Bogdana, existe además el agravante de que esta intentó tener descendencia natural en su momento, pero no lo consiguió. La relación entre ambas, conflictiva de por sí, se verá agitada por esta barrera fisiológica que marca un nuevo punto de ruptura maternofilial.
El director rumano Radu Muntean, que ya trazó una red de turbulencias familiares en la película de tan poético título llamada Martes, después de Navidad, en este caso elimina de la ecuación a la parte masculina y centra su relato en las dos citadas mujeres, con la esporádica aparición de una amiga de la joven. Además de las tiranteces que surgen entre madre e hija, la reacción de esta última a su propio embarazo se convierte en uno de los ejes argumentales de Alice T., film en el que seguiremos toda la etapa de gestación de la protagonista.
En este sentido, Alice no reacciona de una forma inmediata a la nueva vida que está aflorando en su interior. Parece lógico que una adolescente de su edad no disponga de la madurez necesaria como para darse cuenta de que su vida está dando un giro radical, circunstancia que ni en el caso de la cancelación de semejante hecho a través del aborto se enterraría del todo. Además, en el caso de la protagonista hay que tener en cuenta que es una joven poseedora de un carácter rebelde y despreocupado, por lo que este cambio de mentalidad se antoja todavía más difícil de producirse.
Con Alice T., estamos por tanto ante una de esas películas en las que es necesario tirar de memoria para evitar caer en la trampa de desechar su mensaje por la irritación que nos produce su protagonista. Sería fácil pensar que Alice es una joven de carácter espantoso, una cría mimada y consentida incapaz de asumir responsabilidades. Pero, ¿qué adolescente no ostenta defectos similares? ¿Acaso la mayoría de nosotros no nos compartamos como unos imbéciles durante aquella época? Es cierto que en el caso de Alice hay algún factor extra que añade un plus de idiotez al asunto (la buena interpretación de Andra Guti podría ser uno de ellos), pero no en el grado suficiente como para anular lo que pretende transmitir la obra.
En lo que sí flojea más el film es en dotar de emoción a su contenido. Un embarazo adolescente es una situación que a priori debería agitar mucho más la vida de la futura madre, puesto que constituye un momento decisivo e inesperado tanto en ella misma con en aquellos que le rodean. Sin embargo, únicamente en ciertas escenas del instituto se nota algo más de tensión, ya que ni la protagonista misma parece verse en exceso afectada y su madre solo se muestra más belicosa en los inicios de la película.
Esta falta de alma que se palpa una vez sobrepasado el interesante planteamiento que realiza Radu Muntean, es lo que marca un punto claro de diferencia entre Alice T. y la cinta que le antecede en la filmografía del director, la citada Martes, después de Navidad que, si bien tenía sus muchos momentos reposados, también gozaba de varias escenas de intriga y sentimiento. Probablemente lo que marque la separación entre ambas sea el trabajo realizado en materia de desarrollo de personajes puesto que, como ya hemos comentado respecto a Alice T. ni la protagonista, ni su madre, ni el resto de personajes parecen verse afectados por la noticia.