Una gran parte de los hombres tienen que hacer frente a un momento decisivo en la vida: la pérdida del cabello. Nunca es fácil decir adiós a algo que te ha acompañado toda la vida, y de hecho hay gente que no lo termina de superar hasta pasado un tiempo. De hecho, hay quien se da contra un muro y opta por soluciones como las pelucas o hacer un viaje a Turquía. Bien es cierto que hay muchas maneras de perder pelo (en cuanto a volumen y zona/s de la cabeza), y la reacción dependerá de ese factor, de la personalidad del incipiente calvo y, por qué no, también de lo bonito o frondoso que fuera su ya fallecido cabello.
Todo esto viene al caso de un director gallego, Eloy Domínguez Serén, cuya primera obra reconocible en el séptimo arte, allá por 2011, versaba precisamente sobre este tema. Además, lo describe de una manera personal y autobiográfica, narrando su propia experiencia. Hijos de Sansón es un corto de media hora en el que Eloy describe lo que siente al decir adiós a su pelo, poniéndolo en relación con algunos familiares y amigos que también experimentaron o están atravesando una parecida época en sus vidas.
Aunque pueda parecer un tema poco serio, habiendo visto otras obras del cineasta como No Cow on the Ice o la reciente Hamada, documental que estos días se estrena en los cines de España, no se puede decir que el corto que aquí tratamos sea una rara avis en su filmografía. Eloy Domínguez ha dejado espacio para el humor en las mencionadas obras pese a que trataran temas que unánimemente nos parecen importantes. En el caso de la alopecia, las repetidas burlas que existen en torno al tema no hacen sino favorecer ese espíritu de comedia dramática. El hecho de que el propio director sea el protagonista de la cinta también alimenta esta sensación, sobre todo cuando introduce a su abuelo en la narración.
En Hijos de Sansón también se da voz a “expertos” en la cuestión como peluqueros, psicólogos, farmacéuticos o médicos, que proceden a confirmar o desmentir varios de los mitos que rodean a la calvicie y, especialmente, a quienes la sufren. También a gente de la calle que, sin estar calva, opina sobre lo que les sucede a los alopécicos. Aunque ninguno dice nada que no supiéramos con anterioridad, esta recopilación de testimonios de terceras personas consigue alejar el foco del protagonista y conecta el documental a un análisis más global acerca de este padecimiento.
No toda la cuestión de la calvicie se trata desde un prisma negativo. De hecho, el desenlace de Hijos de Sansón parece dejar claro que la mayoría de alopécicos acepta lo que les ha sucedido y además son capaces de encontrar aspectos positivos, como el hecho de no tener que cuidar el cabello ni preocuparse por la estética. Con ello, Eloy Domínguez da por cerrado un trabajo de menos de media hora que le sirvió para comenzar con buen pie en el arte documental, articulando de manera equilibrada una narración sobre un tema importante, pero sin tocar el extremo de dramatizarlo en exceso, filosofía que ha seguido aplicando en sus posteriores trabajos.