Concluye una nueva edición del Festival Internacional de Cine de Gijón y lo hace afianzando su posición como uno de los certámenes que mantiene más clara su apuesta por el compromiso hacia un cine independiente y vanguardista, diatriba que va en anexión con su apoyo a cinematografías que no suelen encontrar su hueco en las salas comerciales. Los recientes datos de estadística confirman el éxito de la edición, donde la taquilla ha superado el récord de recaudación con un número tan optimista como el que suponen los más de 50.000 espectadores que se sumaron a todas las actividades de un certamen que ha alcanzando en esta ocasión la edición número 56.
La Sección Oficial cumplió su función de ser uno de los rasgos más identificativos del festival. Con cinematografías tan variadas venidas de Polonia, Hungría, Rumanía, Estados Unidos, Chile o Líbano, entre otras nacionalidades, su palmarés permitió que Hong Sang-soo volviese a ganar el más importante de los premios con Hotel by The River (ya había ganado en la edición de 2015 con Ahora sí, antes no), último proyecto del cineasta surcoreano que además se llevó también mejor guión y mejor actor, este para su protagonista. Otras películas premiadas fueron La Favorita, con Olivia Colman iniciando su meteórica carrera de nominaciones gracias esta película de Yorgos Lanthimos que fue una de las más aclamadas por los espectadores; la mejor dirección fue otorgada ex aequo tanto a la chilena Dominga Sotomayor por Tarde para morir joven como al rumano Radu Jude por I Do Not Care if We Go Down in History as Barbarians (premiada fue también su dirección artística), como la manera de aclamar dos de las mejores propuestas que entraban a competición, al igual que Mug de la polaca Małgorzata Szumowska, que fue la vanagloriada gracias al premio del jurado joven. El Premio Especial del Jurado se quedó en casa: Cantares de una revolución de Ramón Lluís Bande vio compensado así el cálido recibimiento del público en su estreno ante el público gijonés.
Pero, como es habitual en Gijón, muchas de las sorpresas que nos tenía preparada la programación se ganaron su sitio en las secciones paralelas, algunas de ellas también en competición; Winter Flies de Olmo Omerzu se coronó dentro de Rellumes al ser premiada por el jurado FIPRESCI, en una sección donde también se vieron cosas muy interesantes como Cassandro the Exotico! de Marie Losier, Nos Batailles de Guillaume Senez, Relaxer de Joel Potrykus o The Great Pretender de Nathan Silver. Y, por supuesto, junto a Esbilla (que recorre lo más destacado del mercado de festivales) o la vanguardista Llendes, Enfants Terribles se coronó como unas de las piezas angulares de la programación, como la sección que funciona como guiño y homenaje a los orígenes del festival en su faceta infantil, donde se vieron películas como We The Coyotes de Marco La Via y Hanna Ladoul o Les faux tatouages de Pascal Plante además de la alemana Un corazón extraordinario de Marc Rothemund, que se alzó con el premio otorgado a través de las votaciones de los pases dedicados a los estudiantes de multitud de centros educativos gijoneses.
Merece pararse también en algunas de las novedades propuestas este año en la programación. Por una parte, alabar la premeditada cualidad transversal de algunas secciones instauradas en pasadas ediciones, que han dejado de existir este año con el objetivo de ser más accesibles para el público en su aportación de obras en diferentes secciones principales; así, Animaficx otorga obras de animación a secciones como Enfants Terribles con Gordon & Paddy o The Breadwinner, y a Esbilla con Ce magnifique gâteau!, entre muchas otras; los Géneros Mutantes han poblado de apuestas con cierta reivindicación hacia el fantástico con la ya mencionada Relaxer, Under The Silver Lake de David Robert Mitchell (con un pase especial bajo la colaboración con el Festival de Sitges) o Piercing de Nicolas Pesce, protagonista esta última de La Noche Innombrable de Jesús Palacios como cita clásica del festival. Una de las apuestas más fuertes, y donde los citados Géneros Mutantes han tenido especial presencia, fue la otra importante colaboración del FICX con otro certamen, en este caso el Festival de San Sebastián; de ella ha salido la inaugurada sección Crossroads, con títulos tan importantes para el reciente mercado de cine independiente como High Life de una vieja conocida del festival, Claire Denis, e In Fabric del inclasificable Peter Strickland. Un ciclo dedicado al documental musical junto a Radio 3, la retrospectiva centrada en la dupla creativa formada por Tizza Covi o Rainer Frimmel y algunos pases especiales como los dedicados a piezas clásicas en Laboral Cinemateca o la proyección del último proyecto de José Luis Cuerda, fueron otros de los acontecimientos importantes de esta edición.
El FICX llega a la 56 edición como la segunda bajo la dirección de Alejandro Díaz Castaño, con una proyección encaminada a mantener el prestigio y categoría que lo alzan como un certamen atrevido y comprometido con las cinematografías más prometedoras y escondidas. Su programación, tan personal como variada e identificativa con estos propósitos, prometía ser una de las más excitantes del abanico de festivales de esta temporada, y así lo ha conseguido. A raíz de los números otorgados recientemente por la organización, parece ser que el público ha respondido nuevamente con su fidelidad, algo que, desde luego, ayudará a sus responsables a seguir luchando por la defensa de la identidad del certamen.