En días anteriores, falleció Bernardo Bertolucci, uno de los más famosos cineastas italianos contemporáneos. Su gran legado en el cine se centra, básicamente, en sus realizaciones de la década de 1970, en donde construyó filmes controversistas y también monumentales. El Conformista, El último tango en París, Novecento y La luna serán siempre sus mejores cartas de presentación, junto con la oscarizada El último emperador, superproducción que fue estrenada en 1987.
Pero también es reconocido por haber impulsado su carrera en la década de 1960 con la relación que mantuvo con dos símbolos irrepetibles del particular estilo del Séptimo Arte de Italia: Pier Paolo Pasolini, de quien fue su asistente de dirección en Accatone y Sergio Leone, como coguionista del clásico Érase una vez en el Oeste.
Precisamente de esos años, y en homenaje al origen de la plasmación material de la concepción artística de Bertolucci, se puede rescatar la película Antes de la revolución, en la cual ya es posible identificar algunas de las constantes argumentativas que se irán radicalizando en sus posteriores obras.
Antes de la revolución fue estrenada en 1964 y representa un trabajo muy personal del director italiano, quien apenas tenían 23 años de edad. Experimentó un modo de narración que, hasta cierto punto, buscó alterar el clásico lenguaje cinematográfico y provocar una crítica a la pasividad de la juventud italiana de la época.
En este filme, Bertolucci trata de fundamentarse en un deseo de libertad artística siguiendo los pasos de la Nueva Ola francesa, de allí que la imagen trate de ganar protagonismo con inquietos movimientos de la cámara. Una especie de reflejo del cine callejero con equipos al hombro que tanto caracterizó al cine galo con Jean-Luc Godard a la cabeza.
Antes de la revolución tiene un aire poético y puede resultar confusa en su historia. No tiene sobresaltos que llamen la atención al espectador, pero es una película importante porque da señales de los rasgos que caracterizarán a Bertolucci en su evolución como director.
La inclinación a la ideología política marxista del realizador italiano es reflejada en este filme. Se nota su ímpetu por posicionar críticas a la burguesía. Desde el inicio, su principal personaje Fabrizio demuestra con desesperación la incomodidad que siente ante una sociedad urbana que es indiferente a la existencia de los pobres. Incluso, no duda en generar pensamientos que cuestionan a la propia iglesia católica por ser cómplice de mantener un sistema injusto.
Las cuestiones políticas serán una de las constantes argumentativas que el director de Novecento impregnará en el futuro.
La película también da protagonismo a seres atormentados o grises por las frustraciones que han generado en su existencia o por factores externos que han ocasionado un quebrante psicológico. Este tipo de personajes serán reiterativos en el cine de Bertolucci.
Del mismo modo, Antes de la revolución delata a otro de los delirios artísticos del gran cineasta: la relación pasional controvertida. De manera sugestiva, se representa el acercamiento amoroso e incestuoso entre Fabrizio y su tía Gina. Ambos seres encuentran en su relación una válvula de escape ante la insatisfacción que sienten por estar en una estructura social que no encajan.
El sumergirse en un encanto pasional y la incursión en lo prohibido, será explotada también de manera más polémica por Bertolucci en los años 70 con El último tanto en París y La luna.
Bertolucci será recordado como un gran provocador en el cine, porque se atrevió a abordar temas tabúes y por cuestionar políticamente al conformismo de las clases sociales. Su legado en el séptimo arte será reconocido por mucho tiempo. Fue un cineasta que hizo historia.
La pasión está también en el cine.