El ‹spaghetti western› nació en los años 60 con una clara influencia del cine de samuráis japonés. De hecho, el primer éxito internacional de este subgénero fue Por un puñado de dólares, mítica película de Sergio Leone basada en Yojimbo de Akira Kurosawa. Esta interrelación puede llevar a preguntarnos si el ‹spaghetti western› influenció en el cine japonés de la época. A Colt is My Passport bien podría ofrecer una respuesta a esta pregunta.
Nos encontramos con la clásica trama de cine negro y venganza que tanto gusta a los amantes del cine de acción. El primer fotograma nos transporta al universo del ‹spaghetti western› gracias a una melodía que perfectamente podría haber compuesto Ennio Morricone. En ella, un perfeccionista asesino a sueldo interpretado por Joe Shishido, recibirá el encargo de asesinar a un jefe mafioso. Le acompaña un joven compañero al que forma en las artes del asesinato. Acabará aceptando el trabajo y matará de un certero disparo al líder ‹yakuza›. Sin embargo, algo saldrá mal y cuando se disponga a huir en avión con su socio serán descubiertos por los miembros de la banda del ‹yakuza› asesinado, lo que les obligará a esconderse en un pequeño hotel de carretera a la espera de poder escapar en barco de sus perseguidores.
En el hotel conocerán a una desafortunada empleada que, identificada con los asesinos por su vida errante e infelicidad, ayudará a los dos ejecutores escondiéndoles en su habitación.
Los asesinos serán delatados por dinero y en el momento en que el personaje de Joe Shishido y la empleada el hotel salgan a inspeccionar un barco para poder huir, los miembros de la banda rival llegarán al hotel capturando al joven aprendiz.
Ello obligará a nuestro asesino a tener que elegir entre huir y empezar una nueva vida con una nueva compañera o respetar el antiguo código de honor samurái y canjear su vida por la de su joven compañero. ¿Qué opción elegirá? Quien quiera obtener la respuesta deberá ver esta magnífica película y disfrutar con su espectacular duelo final, de traca, gran violencia y en el que el silencio, únicamente interrumpido por el sonido del viento y las explosiones, nos llevará a un estado hipnótico de éxtasis. Conclusión digna del mejor Sergio Leone o Sam Peckinpah y que recuerda a los pirotécnicos finales del cine ‹made in Hong Kong› de John Woo.
A Colt is My Passport se filmó en 1967 en pleno proceso de regeneración del cine japonés en el que los Yakuza empiezan a sustituir a los tradicionales samuráis en las preferencias de una nueva generación de cineastas japoneses como Imamura, Shinoda, Masumura y, especialmente, Kinji Fukasaku y Seijun Suzuki.
Podríamos clasificar el cine de ‹yakuzas› en tres grupos: el cine de ‹yakuzas› friki, pop y rupturista de Seijun Suzuki (El vagabundo de Tokyo, Branded to Kill), el cine puramente de acción, trepidante y de gran potencia visual de Kinji Fukasaku (destaco las estupendas Yakuza Graveyard y Batallas sin honor ni humanidad) y el cine de ‹yakuzas› de autor, a lo ‹nouvelle vague›, de películas como Flor pálida de Shinoda, Río negro de Kobayashi o Cerdos y buques de guerra de Imamura. A Colt is My Passport coge los mejores ingredientes de todos consiguiendo un ‹cocktail› sabroso de altísima calidad y tremendamente entretenido.
Del cine de Suzuki capta al actor Joe Shishido que pone sus mofletes algodonados al servicio de la historia, del de Fukasaku la historia de traición, venganza y estética ‹hard boiled›, y del cine de autor de la nueva ola el espectacular blanco y negro al estilo de Flor pálida de Shinoda, y personajes hastiados con su existencia, deseosos de un cambio de rumbo en sus vidas que les lleve a conocer ese El Dorado destruido moral y económicamente por la II Guerra Mundial.
Argumentalmente podemos relacionar A Colt is My Passport con películas como Fríamente sin motivos personales de Michael Winner, Ciudad violenta de Sollima o El profesional de Lautner, por sus estupendas secuencias de acción, persecuciones, traiciones, estilo reflexivo y cierto toque romántico, destacando dos estupendas escenas: la del camión conducido por nuestro protagonista que arrolla al coche donde le espera un asesino rival, que evoca la escena inicial del asalto al furgón blindado de Heat y la maravillosa escena, que homenajeara Jim Jarmusch en Ghost Dog, en la que desde el punto de vista de la mirilla de un rifle observamos como Shishido se sorprende al apuntar a un pájaro posado en un árbol.
Además de la influencia del ‹spaghetti western›, e incluso del western americano, con una escena muy Dean Martin en Río Bravo, se advierten influencias del polar francés, de películas como Bob el jugador de Melville, A todo riesgo de Sautet, y un parecido más que razonable con una película rodada el mismo año por Jean-Pierre Melville, nada más y nada menos que El silencio de un hombre.
Como buen ‹spaghetti western›, la escena final nos muestra el horizonte desértico que representa el destino aleatorio al que debe enfrentarse el pistolero agotado después de luchar con la muerte ornamentada con la espectacular banda sonora de Harumi Ibe. Si un amante del cine de género no queda hipnotizado tras ver esta última secuencia de la película el Apocalipsis que predijo Nostradamus estará a punto de acontecer.
Una extraordinaria película, tremendamente entretenida, muy recomendable para el que quiera descubrir un cine de acción distinto de una potente cinematografía como la japonesa, que nos hará disfrutar de una hora y media de gran cine.
Todo modo de amor al cine.
Excelente película del poco conocido cine japonés de la época y destaco una fotografía en blanco y negro maravillosa y un muy creativo uso de la cámara y el plano.
Me alegro que te guste esta película, siendo mi alma gemela cinematográfica no podía ser de otra forma. La foto en blanco y negro es excelente y da un toque noir a la película que le viene muy bien. Yo lo prefiero al cine en color de Suzuki, como por ejemplo el Vagabundo de Tokio, EL hombre tatuado o Kanto Wanderer, que son muy pop para mi gusto. Además del blanco y negro, me encanta el ritmo de la historia, el código samurai que utiliza el personaje de Joe Shishido, y ese final tan Sergio Leone o incluso Pechinpah (me recuerda mucho el duelo final de Duelo en la Alta Sierra, por sus planos/ contraplanos de ritmo sincopado). Como tu gusto es exquisito cuando quieras que incluya una peli que te guste me lo dices (la incluiré si es que la he visto jeje), Un abrazo.