La última Gran Recesión mundial con origen en la crisis financiera del 2008 de Estados Unidos afectó de manera especialmente dura a Grecia. Se trata de una de las principales economías en ser rescatadas junto con Portugal e Italia en la crisis de deuda que ha afectado a la Unión Europea. Las soluciones desde las instituciones económicas y políticas internacionales para reflotar la zona fueron principalmente medidas de austeridad y recortes a cambio de concesiones y ayudas que han afectado especialmente a servicios y gasto público y han tenido consecuencias brutales para la población de estos países sin resolver tampoco sus graves deficiencias estructurales. En La noche cae sobre Grecia (Sylvain L’Espérance) se trata de construir un registro documental sobre las condiciones de vida actuales de los habitantes y residentes en la República Helénica, cuya soberanía popular ha sido pisoteada para aplicar medidas contrarias a sus intereses y decididas en órganos tecnócratas que gozan de la impunidad de no tener ningún tipo de control democrático ni responsabilidad con tal de mantener el ‹statu quo›.
Protestas de trabajadoras de la limpieza en la calle, el día a día de la supervivencia de inmigrantes y refugiados, la capacidad de organización popular para responder a necesidades básicas de los más desfavorecidos en forma de comedores sociales o atención médica primaria gratuita, el ascenso del fascismo a través de Amanecer Dorado y el fracaso de la clase obrera para enfrentarse a unos gobernantes que les han traicionado conforman el grueso de la narrativa en un montaje que va alternando entre diferentes hilos del relato que configura su propósito de crear una mirada global al estado de la sociedad del país. Un exceso de ambición que también afecta a la monumental dimensión de su montaje, que adolece de una flagrante falta de cohesión en la estructura, apuntalada sobre declaraciones de algunos individuos en concreto que pasan en general por cubrir la necesidad de transmitir una historia de interés humano más que una disección y análisis de la realidad que supere la percepción superficial y subjetiva de lo que muestra la cámara. Tan consciente es el director de lo incompleto de su mirada que no duda en parar su relato para insertar explicaciones de las causas y el trasfondo político de lo que captura a través de su metraje. Incluso apoyando con las declaraciones directas a cámara de explicaciones que deberían ser innecesarias si hubiera trabajado las imágenes y su edición en las cuatro horas anteriores que llevan a ese momento crucial en la que decide que la perspectiva política debería estar presente de alguna manera para contextualizar las causas de lo que observamos en la película y no únicamente los síntomas.
El colapso del sistema sanitario, los despidos, la bajada de los sueldos, el cierre de comercios, los desahucios, la gente sin hogar y buscando comida en la basura, los conflictos con la comunidad gitana y la inseguridad de personas sin papeles sobre su situación y las condiciones de vida junto con las protestas multitudinarias en sus espacios públicos son aproximadas formalmente de manera inconsistente. Unas veces desde lo estrictamente observacional, otras añadiendo una voz de narrador con ínfulas poéticas para explicar lo retratado, en ocasiones con testimonios directos y otras buscando con artificio el conmover al espectador con la ruptura de la cuarta pared de sus protagonistas mirando a cámara en silencio mientras se oyen sus relatos fuera de campo. Algo que se suma a la incoherencia en el posicionamiento del director con la cámara al rodar. De un estilo de documental de guerrilla que afecta a lo que está grabando en su próxima continuidad pasa a situarse inmerso en la acción o verla desde una mayor distancia en la que no duda realizar cortes y zooms que impone una mirada individual y personalista en un film de escala fundamentalmente social, entrando en obvia contradicción constante con sus intenciones. Así difícilmente se puede intentar sostener las casi cinco horas de duración en las que bloques completos se sienten reiterativos o superfluos o directamente arbitrarios para el peso que les otorga dentro del conjunto de una obra que se pierde en su condescendencia.
Crítico y periodista cinematográfico.
Creando el podcast Manderley. Hago cosas en Lost & Found.