El director brasileño João Moreira Salles elabora en su nueva película una reflexión profunda y desencantada sobre la historia reciente, a partir del encuentro casual de unas grabaciones caseras en China, y explorando a través del orden social maoísta, las protestas de mayo del 68 en Francia, la represión de la Primavera de Praga y la dictadura brasileña, convergiendo todas éstas en un mismo punto: 1968. Una fecha que ha pasado a la historia por su valor simbólico como lucha frente al poder y levantamiento de las clases oprimidas.
Y es ese mito lo que Salles se empeña en analizar y desmontar. Frente a la narración más común de las protestas de mayo, No intenso agora carga contra el movimiento. Habla de él como un pollo sin cabeza, un catálogo de eslóganes vacíos y, en general, una iniciativa destinada al fracaso por su falta de conciencia social y de clase real. Con un enfoque particular en el líder estudiantil Daniel Cohn-Bendit, el documental se mete a través de éste en la raíz intelectual de la revuelta, así como en su evolución y sus consecuencias. Las conclusiones son demoledoras. El discurso de Cohn-Bendit es de confrontación a la autoridad, pero más allá no hay una opción de futuro. No ofrece alternativas reales. Es una respuesta, y como tal, cuando la fuerza contestataria se extingue no queda nada más que ser asimilados de nuevo por el sistema. Se mete el dedo en la llaga de la apropiación de la protesta como marca por parte del propio sistema, así como de la falta de entendimiento y la desconfianza entre estudiantes y trabajadores. No es casual que este documental surja como respuesta al discurso oficial sobre el mayo francés; puesto que es tal vez el hecho de que exista un discurso oficial, uno que se apropió del movimiento y ha gestionado su nostalgia y su simbolismo, el gran problema de raíz del mismo.
Frente a ello, la imagen de la China maoísta, sus ambientes coloridos y los recuerdos nostálgicos de su madre en el viaje que realizó y del que obtuvo dichas imágenes. Salles retrata en ella a una sociedad comprometida con los valores obreros y con la conciencia de clase, justo lo que considera que faltó en el mayo francés. También habla de otros acontecimientos paralelos, surgidos durante la misma época, en particular la represión soviética en respuesta a la Primavera de Praga, y el contraste es evidente. Lo que en la Francia del 68 es un catálogo de verborrea y símbolos que perdieron su significado, en Checoslovaquia son planos silenciosos, despojados de toda injerencia porque expresan y se definen solos.
No intenso agora es, obviamente, un documental tendencioso. Se nota desde el primer momento de qué pie cojea, la narrativa que tiene montada y el propósito que busca con su estructura formal. Esto se deja ver especialmente cuando el director toma la palabra e interpreta imágenes; hay por ejemplo unas secuencias en las que compara el funeral de un estudiante francés con el de uno checo y uno brasileño. El contraste es evidente y buscado, y la interpretación que hace de cómo están rodados estos momentos, relacionándolas con el trasfondo político y social del que provienen, está claramente condicionada por el mensaje que quiere transmitir.
Ahora bien, ¿importa eso? ¿Es un fallo? Tal vez lo fuese si Salles no fuese hábil narrando, montando y comparando imágenes. Las grabaciones y el material de archivo son reales, existen y se pueden trazar con facilidad. Se preocupa siempre por ponerlo todo en contexto y establecer una línea temporal clara entre los acontecimientos. Todo eso es necesario para elaborar un ensayo convincente con un mensaje que, por condicionado y preestablecido que pueda ser en realidad, se sienta como que surge de los hechos.
Se puede no coincidir con esta versión de los hechos que presenta Salles. En mi caso personal, me encuentro bastante cerca de su postura, pero eso es algo incidental. No intenso agora es en cualquier caso un documental excelente. Lo es porque sabe utilizar y enfrentar imágenes, porque es fiel a su propia narrativa sin ahogar la que ofrecen sus escenas por sí mismas, y además porque tiene una documentación exhaustiva detrás, una variedad de recursos estilísticos espectacular, y una puesta en escena en la que la forma y el fondo siempre se tratan como un continuo, con una narración inteligente y perspicaz de las imágenes y un uso del montaje tan intencionado como brillante.