Los monstruos cogen vacaciones de vez en cuando. Desde que el resort Hotel Transilvania existe, no pierden ocasión de disfrutar de su merecido descanso, siempre con divertidas consecuencias. Pero antes de convertir en franquicia la reunión definitiva de seres de inframundo y allegados, existieron los locos años sesenta donde todo era posible, hasta transformar una institucional reunión de monstruos en una loca fiesta (batalla de comida y grandes ingestas de alcohol incluidas).
Así lo propuso Jules Bass en su Mad Monster Party? donde estamos invitados a visitar el hogar del doctor Frankenstein en sus últimos días como líder del mal. Bass se atreve con el ‹stop motion› para recrear una isla llena de peligros y bestias donde no falta detalle y cada elemento disponible es aprovechado para enriquecer la pantalla. Pero en este mundo inventado de marionetas, lo mejor son los nombres propios que aparecen, porque quién no desea ver en una misma reunión a personajes como el conde Drácula, Frankenstein y su novia, el Hombre Lobo, la Cosa del Pantano, Quasimodo, el Hombre Invisible, la Momia, Doctor Jekyll y Mr. Hyde, zombies sirvientes, cocineros locos, una femme fatale, un humano torpe y alguna estrella inesperada. Dicho y hecho, Mad Monster Party? cumple este sueño y lo hace con característicos muñecos, voces seductoras y una divertida y maquiavélica historia donde todos tienen un momento para brillar.
Esta comedia nos sumerge en el mundo de los seres del mal con un afinado humor, diálogos punzantes y conseguidos piques entre tanto ego, donde tras una rápida presentación de los invitados a la fiesta durante los títulos de inicio ya promete épica. Como si una respuesta ‹groovy› al universo Disney se tratara, muchas canciones amenizarán la trama, y aunque los «bailes» son tan de ultratumba que quedan algo rígidos, la letra y música elegida sigue el mismo tono que el resto de charlas y, para aquellos que se escondan cuando Disney saca sus gorgoritos, agradecerán esta selección.
Lejos de lo conseguido ahora con la animación que ha convertido las películas en parques de atracciones temáticos por utilizar más referencias a otras películas según la materia (terror, naves espaciales, animales en bosques) que un empleo adecuado de la trama, convirtiéndose en guiños, uno tras otro, unidos por un fino hilo conductor (véase el niño de turno viviendo aventuras que observa todo lo que ocurre), Mad Monster Party? bebe directamente de los clásicos pero los saca de sus encorsetados mundos para crear una nueva historia. Por supuesto los amantes del género encontrarán miles de referencias, pero en la época eran lo suficientemente arriesgados como para que sean realmente guiños y no calcos de las escenas que marcaron los clásicos de los que surgieron todos estos monstruos. El mayor de ellos es incluir la voz Boris Karloff para aportar mayor presencia al cicerone de esta fiesta, siendo el mismísimo Baron Boris von Frankenstein quien resuena entre las paredes de este peculiar castillo. La película pasa en un suspiro y subraya, una vez más, que la imperfección es lo mejor que nos puede suceder en la vida y la traición su chispeante elixir. No es de extrañar que Mad Monster Party? se haya convertido en una película de culto.
Seguro que a Jules Bass le hubiese encantado conocer la animación 3D digital, pero sin duda, el carisma del ‹stop motion› pese a sus limitados movimientos, es lo más bello para hacer estallar la imaginación de todo tipo de creadores de ficción.
Jazz, monstruos y ‹stop motion›. ¿Se necesita algo más para ser feliz?