Hay un hombre descalzo tumbado en la cama escuchando un corte de alguna ópera que le tranquiliza mientras fuma afeminados mentolados en silencio. Doble mixto es el nombre que le da a este juego Vincent Mariette. Porque en realidad no es uno, son dos. Uno es el justiciero y otro el protector. Suena firme y serio, pero nada más lejos de la realidad, aquí aparente, claro.
En clave de humor negro nos encontramos a dos perdedores unidos por un caso judicial que tiene al primero bajo custodia en un lugar alejado del mundo para que su vida se mantenga intacta hasta el momento de declarar ante el juez. El segundo es un ser peculiar que parece haber visto una y mil veces a Kevin Costner en El guardaespaldas y convierte la guarda y custodia del primero en una misión imposible en la que cualquier percance es un peligro inminente que puede acabar con la vida de su cliente.
Pero ya se sabe, si el peligro no existe se crea, es un buen modo de hacerse el héroe y consiguiendo que el pánico se apodere de ambos, no hay mejor lugar para ocultarse que una casa en mitad del bosque con una mujer que no parece que su fuerte sea la cordura, conocida como la hermana del pirado número dos. Una mujer estirada y auto suficiente era lo que faltaba para que la preocupación antes inexistente por parte del protegido aparezca de repente al verse atrapado en la nada.
Es el modo de introducir un elemento discordante y apropiarse cada uno del papel del otro, porque las situaciones se vuelven insostenibles y la comedia aparece despistada para convencer al espectador de lo de siempre: los perdedores son lo más cuando caen tan bajo que no saben por donde continuar su camino.
Forma parte del humor francés esto de apoderarse de los desastres de otros y entre pequeños gags bien formados nos ofrecen unos minutos de diversión al llevar al límite a sus personajes a través de una especie de partido de tenis (muy presente en el cortometraje, sólo hay que ver el título) que va pasando la pelota de unos a otros para ver cómo hacer las cosas de la peor forma posible. Doble mixto se aprovecha de las buenas formas de Alexandre Steiger y Gilles Cohen para convertir un momento tenso en el que se palpa la intriga, en una parada en seco en la que gana la comedia. Set y partido.