La sección Panorama de la Berlinale de este año nos sigue dando sorpresas y alegrías, bastantes más que la Sección Oficial. Hoy nos quedamos con una pequeña joya que nos viene de la mano del director y guionista Noah Baumbach, Frances Ha. Baumbach no es nuevo en esto del Festival, ya que en 2010 su película Greenberg compitió aquí, y sorprende, acostumbrados a un tipo de cine indie más amargo, con esta optimista revisión del Woody Allen de los años 70 en sus temas con retazos de la ‹Nouvelle vague› en su estilo.
Frances, una aspirante a bailarina, y su amiga Sophie parecen tenerlo todo en el mundo: son jóvenes, libres, viven juntas en un piso en Nueva York… Pero cuando Sophie encuentre pareja y su vida empiece a evolucionar, Frances, a la que acaba de dejar su novio y malvive con un trabajo temporal, se dará cuenta de que no tiene nada por sí sola y tendrá que empezar a plantearse redirigir también su propia vida. Frances Ha, como he dicho, sigue mucho la línea de Woody Allen en su tratamiento las relaciones humanas y la manera que tienen los personajes de comunicarse entre ellos. Es sobre todo fundamental el tema de la amistad, y de cómo el estancamiento de unos y el crecimiento personal de otros puede afectar e incluso acabar (aparentemente) con una relación.
Se trata del prototipo de comedia clásica y elegante, con diálogos inteligentes y personajes carismáticos y cercanos. La decisión de rodarla en blanco y negro no hace más que reforzar la belleza de Nueva York (aunque también nos lleva, durante un rato, a la preciosa París, lo que dota de más encanto aún si cabe a la película) y el amor que el director siente hacia ella. Porque si la ciudad que nunca duerme ya es bonita con luces y colores, en blanco y negro es incomparable a ninguna otra. A la vez, ayuda además a transmitir la melancolía de la protagonista, que, a pesar de su aplomo y su alegría, no tiene claro cómo empezar a enfrentarse al mundo adulto.
Esta protagonista está interpretada por una maravillosamente espontánea y tierna Greta Gerwig, co-guionista además junto a Baumbach, una perdedora encantadora y empática que personifica el camino establecido por la sociedad que debemos seguir todos hasta la madurez. La película está hecha para su lucimiento, y la actriz parece llevar todo el peso sin aparente problema, aunque está muy bien acompañada por todo un elenco de secundarios con personajes bastante bien definidos, como Mickey Sumner, Michael Zegen o Adam Driver.
Frances Ha sería algo así como la Manhattan de nuestra generación, una generación en la que intentamos encontrarnos a nosotros mismos y nuestro camino. La pena es que el propio Woody Allen ya no haga este tipo de cine, aunque si Baumbach sigue con este estilo, parece que no tendrá ningún problema en cogerle el relevo, y sería un motivo de alegría para todos los que disfrutamos de las películas elocuentes y realistas, de las que cada vez se hacen menos. Frances Ha nace como homenaje a los clásicos, y al final acabará convirtiéndose en uno ella misma. Si no, al tiempo.