Cae la noche en la ciudad brasileña de Sao Paulo. Nelson, tras mantener una pequeña riña con su pretendida Renata, se une a Luisinho, que acaba de despedir a su hijo pequeño en el domicilio. El objetivo no es otro que vivir una velada estupenda. ¿Y qué significa eso para dos hombres maduros en los años 60? Pues algo parecido a lo actual: intentar conquistar a alguna dama. Sin embargo, el primer sitio que visitan está lejos de vivir sus mejores días. «Mejora tras la medianoche», les intenta persuadir el camarero. No se lo creen, así que piden un par de whiskazos con el objetivo de irse de allí por patas. Ni siquiera la repentina irrupción de una fémina hace cambiar de idea a los protagonistas. «No necesito consolar, necesito que me consuelen», contesta Luisinho a la mujer. En el siguiente destino, un local de temática japonesa, la pareja sí que tendrá algo más de suerte. Dos amigas, prostitutas de oficio, ven como su veterano acompañante cae rendido a mitad del aperitivo. Queda entonces un 2 contra 2 muy claro… pero también desigual. Porque los hombres tienen el dinero de su parte y tratarán de hacerlo valer.
Así se plantea el inicio de Noite vazia, una cinta brasileña dirigida y escrita por Walter Hugo Khouri que vio la luz allá por 1964. Una película que transcurre en una misma noche, desde que los protagonistas abandonan su domicilio hasta que finalmente regresan a casa. Es decir, una jornada de farra como la que tendría cualquier individuo de a pie. El componente añadido, en este caso, es que el tándem de personajes principales recurre a la prostitución como componente clave para señalar la jornada como un triunfo en su casillero. Especialmente para Luisinho, un tipo de aspecto agresivo que no duda en sacar la billetera para hacerse valer como hombre y para el que su contraparte femenina es poco más que un número, como se encarga de señalar al llegar con las dos mujeres a su apartamento. A primera vista, Nelson parece lo contrario que su compañero, puesto que presenta un exterior ciertamente atractivo que provoca cierta atracción en las mujeres sin necesidad de pronunciar palabra, algo que por otra parte no tiene intención de hacer, dada su oscura personalidad.
Esta hábil descripción de los dos protagonistas que realiza Khouri es clave para comprender el relato que se irá desarrollando delante de nosotros en Noite vazia. La condición masculina y burguesa que exhiben Luisinho y Nelson parece oponerse a la feminidad y clase baja de las dos prostitutas, Regina y Mara. Sobre ellas nada se nos cuenta, ni de dónde vienen ni qué pretenden, básicamente porque en aquella época no eran nada más que un medio para la saciedad de sus clientes. Khouri, sacando entonces el bolígrafo de su bolsillo, decide dar un giro al asunto y otorgar una nueva dimensión a la pareja de mujeres, que poco a poco van enseñando ante la cámara toda su condición humana fuera de lo físico. Lo que iba a ser una noche de disfrute para Luisinho y Nelson evoluciona hacia un debate en el que la clase social y la perspectiva de género adquieren una importancia clave.
Aunque el estilo de dirección de Khouri, que combina un cierto espíritu clásico con otras secuencias de inspiración más europea, acompaña a la perfección lo que transmite el guion, sin duda es esto último lo que alza a Noite vazia como un film notable. Los tempos que Khouri va marcando a lo largo del relato gozan de la precisión exacta como para ir penetrando, poco a poco, en ese análisis de la sociedad brasileña de la época a través de la muestra que nos proporcionan las dos parejas protagonistas. De inicio a fin apenas hay planos que no tengan sentido en la obra, muy cuidadosa a la hora de marcar la cadencia en el cambio de carácter de los personajes, además de resultar deliciosamente ambigua en secuencias como esa mirada entre Nelson y Mara… o la media sonrisa que exhibe esta en el ascensor.