Buena parte de las preguntas que el mundo occidental se suele hacer tras asistir a un atentado de índole yihadista está relacionada con el origen de los terroristas. ¿De dónde vienen? ¿Qué motivos les impulsan a ser partícipes de tales crímenes? Muchas veces la respuesta no está nada clara, especialmente si tenemos en cuenta que cada ser humano es distinto y no todos encuentran las mismas motivaciones para llevar a cabo sus actos, ni desde luego poseen la misma personalidad o manera de pensar. Con todo, Abdel Aziz Mekki bien podría ser un caso que otorgase ciertas explicaciones a las cuestiones planteadas. Se trata de un chico de origen argelino y criado en París que, tras superar sus estudios de Bachillerato, intentar un par de incursiones en la enseñanza superior y ejercer algunos oficios temporales, decide partir a Oriente Próximo y participar en el conflicto de Siria, una de las guerras más densas y más dadas a la manipulación informativa de los últimos tiempos.
El cineasta estadounidense de origen francés Eric Baudelaire, también conocido por su faceta artística fuera del ámbito puramente cinematográfico, decide plasmar en Also Known as Jihadi esta progresiva conversión de Abdel Aziz Mekki hacia el terrorismo yihadista. En realidad, Baudelaire pretende realizar una especie de ‹revival› de la película japonesa A.K.A. Serial Killer, dirigida en 1969 por el director japonés Masao Adachi, uno de los ídolos y referencias cinematográficas de Baudelaire. Pero el cineasta nacido en Salt Lake City no acomete este trabajo documental desde un punto de vista cercano a lo que suele ser común en esta disciplina, sino que pone en práctica su ejecución a través de dos vías: la exhibición en movimiento de paisajes que rememoren aquellas zonas por las que Abdel Aziz Mekki pudo haber transitado y fragmentos textuales de las declaraciones que el propio Mekki y algunos de sus conocidos prestaron a las autoridades policiales francesas cuando estas les interrogaron.
Así, Baudelaire comienza su trabajo con una larga secuencia de una calle parisina de un barrio humilde. En esta zona transitan coches y personas inmersas en su día a día y ajenas a la temática que el director expone en Also Known as Jihadi. Este inicio, a priori perezoso, se entiende mejor conforme avanza la cinta y observamos lo que comentábamos en el anterior párrafo: la cámara no hace sino captar el rastro que Abdel Aziz Mekki fue dejando tras de sí en el trayecto que le llevó desde la urbe parisina hasta la frontera entre Turquía y Siria, pasando posteriormente por otros lugares como la mismísima Almería. Entre plano y plano, donde aparecen personajes que en apariencia resultan anónimos, como dos niñas que cruzan la puerta de su urbanización tras la jornada escolar o un grupo de adolescentes en la playa, se intercalan los informes policiales en los que vamos conociendo poco a poco las vidas del protagonista, de su futura esposa o de sus colegas, desde una óptica alejada de cualquier sesgo político o racial.
Esta curiosa narrativa, plasmada en un estilo que parece evocar al epistolar y que se combina con unas tomas callejeras que sin duda provienen del espíritu video-artístico de Baudelaire, debería gozar de cierto respeto por ostentar un punto de originalidad y por su efectividad a la hora de contar este proceso de radicalización. Por el contrario, al situarnos desde un punto de vista tan lejano y aséptico, Also Known as Jihadi se deja parte de su alma a lo largo de los 110 minutos de documental. La ausencia de rostros y figuras que puedan identificar a los protagonistas se convierte en una decisión clave para huir del tópico, pero también para instalar el ritmo de la cinta en un estado pasivo, debido también a la poca fuerza de las imágenes elegidas para suplir a aquellas y que pretendían dotar a la obra de una base que la aproximase hacia un verdadero trabajo audiovisual.