Este mes se cumple el 50º aniversario de Mayo del 68, la serie de protestas nacidas principalmente en el seno de la izquierda estudiantil parisina y que se extendieron a otros países europeos. Cuando se menciona este hecho histórico hoy en día, se suele acompañar de cierto romanticismo, sentimiento que nace sobre todo a partir de la nostalgia de una época de ansias revolucionarias que en estos tiempos parecen perdidas. Que los ciudadanos, especialmente el sector joven de la población, consiguiera organizarse para llevar a cabo una revuelta organizada contra el gobierno y (lo más relevante) perpetuarlo a lo largo de varias semanas, nos suena a los que no vivimos aquella época casi como una historia con subtexto distópico.
Sin embargo, no solo París ni la nación francesa en su conjunto fueron los únicos campos que vieron brotar estas primaverales flores con aroma a revolución. Sus vecinos de Italia también observaron una ardua lucha en las calles contra el poder parlamentario. Desde mediados de los años 60 y hasta bien entrados los 70, los jóvenes universitarios transalpinos, apoyados posteriormente por otras personas no tan jóvenes y no universitarias, organizaron una serie de movimientos con el primer objetivo de derruir a los grupos neofascistas que, a su juicio, poseían una gran fuerza en el entorno de las universidades. El detonante fue el asesinato del joven estudiante de izquierdas Paolo Rossi en abril de 1966. Ahí nació una constante revuelta que coincidió (y se recrudeció) con los mencionados eventos de Mayo del 68.
Todo esto viene a colación de Assalto al cielo, un documental que repasa esos eventos que acaecieron en la nación italiana entre 1967 y 1977. Y lo hace a base de puro material de archivo, sin que a través de los fotogramas se entremezcle otra cosa que pueda alterar el relato de los que se levantaron en aquel momento ante el orden establecido. El responsable de construir este trabajo documental es Francesco Munzi, un director que hasta el momento había realizado algunos largometrajes que, si bien narraban hechos de ficción, tenían cimentada su base en cuestiones apegadas con la realidad social italiana. Hablamos especialmente de Saimir, que tocaba el tema de la inmigración y de Calabria, mafia del sur, acerca de las polémicas y delictivas actividades de la ‘Ndrangheta. No se trata, pues, de un tipo que haya decidido de buenas a primeras dar un giro a su carrera tras las cámaras, sino que lo que parece haber hecho Munzi es, simplemente, girar la cabeza hacia otro modelo narrativo y otra época.
Puede que a primera vista no resulte sencillo valorar el trabajo de Munzi, al estar ante un documental en el que las propias imágenes y vídeos de archivo funcionan por sí solas, como si una “mano invisible” les diese cuerda desde detrás. Es probable imaginarse, empero, que la montaña de material que el cineasta italiano se pudo encontrar a la hora de afrontar este proyecto y la cual imaginamos que revisó concienzudamente, supere por muchísimo a lo que observamos en estos escasos 71 minutos de película. Si la mera tarea de ponerse a visionar un gran volumen de material de archivo ya genera un esfuerzo que sin duda hay que valorar, el hecho de seleccionar, recortar y mezclar dicho contenido audiovisual es obvio que otorga a Assalto al cielo el carácter de una obra bastante personal. Y el resultado, en verdad, es bueno. Munzi construye una pieza breve pero intensa acerca de unos hechos que fuera de Italia (y no sería atrevido decir que ni siquiera dentro de allí) no se conocen. Esa labor informativa, unida a su notable coherencia técnica y discursiva, hace que el visionado de esta pieza documental sea un ejercicio interesante a pesar de su lógica monotonía audiovisual.