En la sección Panorama de la Berlinale tienen cabida óperas primas, nuevos talentos o trabajos de realizadores ya consagrados, que están a medio camino entre lo artístico y lo comercial. Ayer pudimos ver tres de las películas que se están proyectando estos días en dicha sección, de entre las que destacó, por su frescura y descaro Don Jon, con la que el actor Joseph Gordon-Levitt se estrena como autor total, dirigiéndola, escribiéndola y protagonizándola. La película ya se pudo ver el mes pasado en Sundance, donde despertó opiniones de todo tipo. Y es que el tema que trata es espinoso: el Jon del título es el típico chulo de gimnasio y gallito de bares que, para colmo de males, es adicto a la pornografía, ya que la encuentra más gratificante que el sexo.
Si hace un año llegaba a la pantallas españolas una de las miradas más arrasadoras, crudas y deshumanizadoras hacia la adicción al sexo y la pornografía, como era Shame, de Steve McQueen, Joseph Gordon-Levitt le da toda una vuelta de tuerca al mismo tema para convertirlo en una comedia muy divertida, pero que no por ello le quita importancia a lo que se trata. Simplemente (que no es tan simple), nos lo cuenta de manera más optimista. El actor dirige su primera película con firmeza y personalidad, una certera descripción de ambientes y personajes, y grandes dosis de humor en ocasiones exagerado y algo surrealista (los momentos en el confesionario). El montaje además es frenético, con ese humor basado en la repetición de música y de situaciones tan eficaz no sólo porque el espectador sabe lo que va a pasar, sino que lo espera y lo recibe con ganas.
Pero las repeticiones también conllevan otro significado más oculto: el protagonista es alguien que parece tener su vida preestablecida de antemano, por su entorno, su familia, su novia… Los domingos a misa, por las tarde al gimnasio, por las noches de juerga, y así cada día. Una sátira social de la manera de enfocar la vida y las relaciones de una generación que también es la nuestra. Ahí está la melancolía de la historia, ya que en este ambiente, la pornografía es su única vía de escape que encuentra Jon para evadirse, hasta que conoce a una persona (el personaje de Julianne Moore, que parece aislado del contexto, pero que sirve como catalizador para crear el cambio en el protagonista) que le abre la mente a otros aspectos de la vida que para él eran inimaginables.
Gordon-Levitt se revela también como un muy buen director de actores, todos están en estado de gracia, destacando Scarlett Johansson, que saca su lado más divertido haciendo de rubia tonta y choni, y el genial Tony Danza como el padre, que es el “modelo” a seguir de su hijo. Pero puede que lo más impresionante sea la propia versatilidad de Gordon-Levitt para convertirse en alguien totalmente contrario a lo que estamos estamos acostumbrados a ver, el típico chico bueno al que todo le sale mal. Aunque ni cambiando de registro consigue caer mal, es alguien que nos gusta, y que de momento no ha hecho ningún papel que me resulte claramente antipático. Eso que tiene a su favor.
Al final, la película resulta ser una comedia romántica, pero no de esas que critica en los divertidísimos sketches con cameos de Anne Hathaway y Chaning Tatum incluidos, sino de las que no tienen un final concreto, de las que terminarían con un ‹To be continued›, como la vida misma, en la que nunca sabes qué es lo que va a pasar. Con Don Jon, Joseph Gordon-Levitt deja claro que merece la pena seguirle la pista no sólo como actor, sino ahora también como director. Esperamos con ganas sus próximos trabajos.