Entre hermanos todo es posible cuando se unen para hacer cine. No me refiero a hermanos que se suben al carro del cine y trabajan por libre (como los hermanos Scott, donde claramente el diosazo era Tony Scott) o se cruzan casualmente (los hermanos Affleck, donde Casey es el talentoso). Me refiero a los que se levantan un día y deciden ir en una misma dirección y recrear sus deseos en la gran pantalla.
Michael Spierig y Peter Spierig —también conocidos como The Spierig Brothers— se han abierto camino desde Australia para realizar películas que nada tienen que ver entre ellas. Estos días llega a cines su trabajo de terror más serio, comprometido con el «inspirado en hechos reales» y que destila pasión por lo clásico como es Winchester: La casa que construyeron los espíritus. Pero sus inicios estaban más inspirados en el underground y el trash… bah, a quién le importa eso, lo que hicieron fue divertirse incluyendo todo tipo de basurilla cinéfila en una mezcolanza loca y triunfante.
En 2003 dirigieron su primer largometraje, Los no muertos (Undead), donde tardan segundos en situarte en su nivel, uno muy Z y referencial, que habla directamente con los atrevidos o los que disfrutan con el cine a cualquier nivel, sin importar su seriedad. Es cine de género y alguien puede preguntarse cuál, a lo que respondo: todos.
Los no muertos es, como todos esperamos, una película de zombies, y como en aquellos buenos tiempos del gran cine de zombies, no hay necesidad de tomar en serio que un montón de gente se alce en busca de cerebros. En esta versión humorística (más allá de la ironía habitual de los muertos más enfermos), irradia locura en un variopinto grupo de survivers donde no solo deben preocuparse de los atacantes, también de su inesperada existencia tras la llegada al pueblo pesquero de Berkeley una lluvia de meteoritos y acidez, llegados de más allá de la estratosfera.
Lo que sigue es una vuelta de tuerca a los estereotipos heroicos del cine de género, donde la chica guapa es la reina de la pesca local, el policía lleva pantalón corto y verborrea incontinente, el habilidoso pistolero parece un psicópata de manual y hay una embarazada. Unos pocos que, con personajes sobrepasados, están invitados a la sobreactuación. Porque recargar nunca está de más.
Desde un inicio, el gore sigue el mismo hilo que el argumento, y todo es exagerado y divertido por partes iguales. El sinsentido sigue con la intención de parodiar los géneros de zombies, extraterrestres y supervivientes, tanto como a la humanidad en sí misma y a los héroes y villanos en particular.
A golpes vamos viendo cómo se añaden elementos de sci-fi más afines a la comedia que al misterio, y las frases entre personajes toman fuerza casi lírica, por la potencia de los mensajes, que vuelven de nuevo a lo ridículo con pasión.
Todo se sustenta entre sí en Los no muertos, todo parece alocado pero compensado por esas dos cabezas pensantes que lo crearon, con sus efectos visuales de bajo presupuesto, personajes de carismas chocantes y deducciones narrativas bastante originales, que tal vez no hagan de la película un hito histórico, ni siquiera sirva para conocer los entresijos del trabajo de los hermanos Spierig, pero que sin duda les convirtió en dos tipos atrevidos que han sido capaces de realizar proezas como Predestination o una octava entrega de Saw —sí, ya les han reclamado en Hollywood— sin permitir que la máquina del cine pare.