La gran ciudad estadounidense que muchos de nosotros admiramos sin haber pisado, lleva siendo representada por diferentes visiones artísticas durante muchos años. Esa fascinación, en parte surge por la interpretación elaborada por cada cineasta interesado o obsesionado en la ciudad de New York. Las dos primeras figuras que aparecen en muchas de las nuestras cabezas son Woody Allen, con su preocupación por los eventos, los cines, los parques, los bares y restaurantes, bajo el ambiente de jazz, de la gran manzana y Martin Scorsese con su dureza, delincuencia, sexualidad y violencia sobre ella.
Pero adentrándonos en el movimiento indie encontramos discretas, pero grandes formas de entender la ciudad. La visión juvenil, independiente, culta de Noah Baumbach; el ojo maduro, inocente, seguro y preocupado de Ira Sachs; y la reflexión, diversión y nostalgia de Dustin Guy Defa.
Andando desapercibido por las calles de New York apareció Alex Ross Perry, heredero de todo el cine americano independiente de los años 50, 60, y que ahora llega a la ciudad de la fascinación neoyorquina, Barcelona. La Filmoteca de Catalunya, junto l’Americana Film Fest, prepara una retrospectiva de su peculiar obra, y viene a presentar a los Cines Girona su último film, inédito en España, Golden Exits.
«I’m back, back in the New York groove, back in the New York groove, in the New York groove.»
La letra de la canción de Ace Frehley, interpretada por Emily Browning emerge al inicio de Golden Exits (2017) para presentarnos ya el ritmo, el groove, de New York, cansado, exigente y rutinario, al contrario que otras visiones sobre la ciudad en la gran pantalla. El ritmo será la el compás clave de la narración de la película, siempre pausado, entre conversaciones lentas y agotadoras, imágenes tranquilas de la ciudad que transitan a partir de difusiones con otras calles, paredes, interiores, bares, para así entrar en un estado de hipnosis y cansancio acumulado. ¿Es este el verdadero groove de New York o es sólo otro ritmo, otra forma de vida, dentro de la variedad de la ciudad?
Alex Ross Perry se interesa en los encuentros entre una fauna determinada de Brooklyn, a partir de la llegada de una joven australiana a la ciudad, y a la vida de dos familias. Estos encuentros se reproducen de forma atrayente gracias al paso del tiempo, y a las entradas y salidas de los personajes en las vidas de los otros. Sin más, hay un momento en que aparece una persona, para desaparecer o permanecer, sin antes haberlo previsto; una atrevida la manera en que el director neoyorquino explora esta situación, centrándose sólo en los momentos en que los diálogos aparecen y el silencio inunda los tiempos vacíos. No se mezclan otras atracciones, dispersiones o entretenimientos, sino que marchamos para entrar en otra conversación deprimente y depresiva en un piso, un bar o un estudio. Expande así la histeria neoyorquina, y la dificultad de equilibrar tus sentimientos y pensamientos en una ciudad de este tamaño.
Para retratar estas conversaciones, Ross Perry nos explicaba en el coloquio que no hizo hincapié en la improvisación, sino que le sedujo la idea de ser fiel de forma extrema a su guión. Los actores, sin hacer ensayos previos, ni en el rodaje, tenían libertad para interpretar los diálogos y adaptarlos a su forma de transmitir, ya que, quien además de ellos podrían hacerlo mejor.
El difícil enlace entre conversaciones y situaciones se resuelve con una delicada y siempre presente banda sonora que se manifiesta de fondo en los diálogos. Esta música permite hacer respirar el film en ciertos instantes, acompañando imágenes de transición que refuerzan momentos de paz de los personajes.
Encontrar el equilibro entre esta paz interior, el trabajo y el agotamiento, es el mayor reto para afrontar la presencia de otros, sus marchas y sus llegadas en nuestro ritmo de vida.