En el Hamburgo de los años 90, tres amigos vuelven a juntarse en su humilde barriada. El griego Costa es un tipo dado al divertimento que ofrecen los porros y el alcohol, con un aspecto y actitud bohemios que no terminan de encandilar a su novia Ceyda. El hermano de esta es el turco Gabriel, que acaba de salir de la cárcel con, parece, una mentalidad completamente aseada. El tercer pilar del grupo es el serbio Bobby, de carácter extrovertido aunque débil, lo que le hace estar a merced de aquellos grupos mafiosos que reclutan gente como él para lavar sus trapos sucios. Las andanzas de este peculiar trío cimentan Corto y con filo (Kurz und schmerzlos), ópera prima en el largometraje del reconocido cineasta alemán de origen otomano Fatih Akin, que acaba de estrenar en España su aplaudida última obra, titulada En la sombra.
No puede ser sorprendente para aquellos que ya conozcan algo de la filmografía de Akin que este vire su mirada hacia personajes humildes y poco comunes, tanto en los films de mayor calado dramático como en los que poseen un notorio sentido cómico (caso de, por ejemplo, su penúltima película Goodbye, Berlin). Esa preferencia temática se combina en Corto y con filo con un estilo cinematográfico también modesto, quizá motivado en parte por el bajo presupuesto del título. Akin utiliza repetidamente el recurso de ofrecer una misma acción desde diferentes planos, resaltando la importancia de esa secuencia. Esta característica cobra fuerza en las escenas de contenido más agresivo, que no son pocas en la obra. Las peleas están filmadas como si de un film de artes marciales de serie B se tratase, reforzando la espectacularidad de la pelea sin llegar a regocijarse gratuitamente en ella. Sea como fuere, este apartado visual es uno de los principales motivos que hacen engancharse a la trama.
Desde el punto de vista narrativo, Corto y con filo puede sorprender menos, pero aun así Akin sabe dotar de suficiente personalidad a su historia como para no aparentar ser simplemente un “Scorsese en los barrios bajos hamburgueses”. El primer acierto es no describir prácticamente nada de la vida anterior de los protagonistas; con una simple y breve escena inicial para cada personaje ya podemos intuir el contexto social en el que se mueven y las inquietudes que tienen de cara al futuro. Esta confianza en que el espectador pueda deducir el fondo de la película ahorra mucha sobreexplicación a un film que está lejos de necesitarla. De hecho, la evolución argumental y de los personajes se encuentra bastante lejos de sorprender y, pese a que convence por su lógica y naturalidad, deja entrever el carácter todavía bisoño de su cineasta. La combinación de temas como la amistad, la delincuencia, las segundas oportunidades o los prejuicios sobre la inmigración proporcionan, como suele ser habitual, un creciente interés por seguir viendo el film para saber qué les deparará a los protagonistas.
Corto y con filo se convierte, entonces, en un gran punto de partida para animarse a visitar la filmografía de este director, así como un aliciente para aquellos ya conocedores del resto de su obra y tengan curiosidad por repasar sus inicios tras las cámaras. Una película fácil de visionar e interpretar, de escasa duración y con una historia atrayente pero que esconde más tras de sí de lo que muestra la pantalla. Resulta obvio que el componente de identidad e inmigración, esencialmente a través de la interrelación Alemania-Turquía (y, concretamente, en suelo hamburgués), es clave para interpretar el desarrollo de este film y de muchos de los que posteriormente firmaría Fatih Akin, aspecto que se traduce en un aliciente más para sentarse a ver esta muy interesante película.