El primer largometraje de ficción del director vigués Fon Cortizo propone una narrativa libre y experimental conducida a través de la Orquesta Fugaz de Improvisación Industrial, cuyas composiciones mezclan instrumentos convencionales y sonidos de ambientes y objetos variados. Su idea es partir de estas bases musicales y construir historias a través de las mismas, revirtiendo el orden natural de la música como acompañamiento a la narración y situándola como su misma razón de ser.
El resultado es esta 9 fugas. Una película heterogénea e irreducible en una línea narrativa concreta, que funciona más bien como un compendio de ideas relacionadas de manera laxa que se expanden en piezas narrativas con una cierta individualidad, con temáticas en común y una línea temporal alternante, difícil de ordenar, que aumenta la sensación de incertidumbre si se pretende analizar su estructura desde una expectativa de linealidad.
Es por ello, también, que probablemente no haya una única interpretación válida, o si acaso una intencionalidad uniforme que extraer de una obra como ésta, creada a partir de la improvisación. Podría decirse que su tono experimental y su rechazo a las reglas convencionales de la narración la ubican en un plano subjetivo, que depende en gran parte de lo que extraiga el espectador de ella. A pesar de esto, aunque gran parte de su atractivo se encuentra en esa capacidad de evocación tan amplia que genera a través de la música y que forma parte de la misma construcción de su narrativa, no creo que el propósito detrás de 9 fugas sea formar una experiencia puramente sensorial.
Y es que a través de sus personajes, sus improvisaciones y sus cambios de tono, Cortizo construye aquí una suerte de collage sobre la idiosincrasia de los lugares y los tiempos en los que se ambienta, siempre desde un punto de vista eminentemente femenino y feminista. Desde el oscurantismo de aquellos tiempos en los que el abuso sexual era una vergüenza a ocultar en el seno familiar, a la reflexión casual sobre el reggaetón y la cosificación de las mujeres que surge entre dos trabajadoras en su horario laboral. Mujeres que escapan del sistema, que se rebelan, que lo discuten o lo conforman, que son víctimas del mismo o que viven a su margen.
El resultado es una película que habla de estos temas, que los pone encima de la mesa, pero que no lo hace tanto con el objetivo de llevar la trama en una dirección concreta como de realizar una exploración libre de éstos, sin las ataduras inherentes a la estructuración narrativa convencional. Pero 9 fugas lleva esta filosofía también al punto de vista formal. Siguiendo el mismo principio de improvisación que la caracteriza, la cinta pasa sin despeinarse de lo mundano a lo solemne, de ritmos frenéticos y paranoicos donde la cercanía a sus personajes se siente asfixiante a grandes planos generales que les ahogan en la incertidumbre de lo que les rodea. También puede notarse esto en su variada ambientación; el bullicio portuario o la calma envolvente de una playa en la noche, el misterio amenazante de la naturaleza o la indiferencia caótica de la ciudad.
En resumen, la audaz cinta de Fon Cortizo deviene en un recuento misceláneo de sensaciones que golpean al espectador, sin un orden concreto, pero sí con un compromiso de contar algo, que podría resumirse en el intento de transmitir una mirada femenina a un entorno tan mágico y misterioso como opresivo y oscuro en su cotidianeidad. Es por esto que considero que su experimentación narrativa es sólo plena desde el punto de vista formal, pese a que, sin lugar a dudas, esto sea más que suficiente para hacer de ella una experiencia única.
9 fugas fascinará a todos aquellos que busquen algo que se atreve a romper paradigmas sobre la forma de narrar, con su punto de partida improvisado y la inversión de roles entre guión y banda sonora. También es posible que genere una sensación en cierto modo inevitable de irregularidad, por su estructura dividida en múltiples historias pequeñas, no todas igual de logradas. A mí me convenció, pero no pude evitar sentir que le faltaba algo. Tal vez una mayor radicalidad en su recorrido, que acentuase todavía más en la individualidad de sus segmentos, ya que si bien a nivel formal se siente como un juego constante, a nivel narrativo da la impresión de que le cuesta más confiar en su propia elocuencia. En cualquier caso, ésta es una consideración menor y casi excesivamente puntillosa en una película que ya hace un trabajo encomiable a todos los niveles abriendo y explorando vías más allá de lo obvio.