45 años (Andrew Haigh)

Hace varios días que vi 45 años y todavía pienso en ella (para mí este es un interesante juego de palabras involuntario). O, mejor dicho, después de ver la película de Charlotte Rampling y Tom Courtenay dirigida por Andrew Haigh, mi mente se movió por unos lugares que fueron establecidos por la propia cinta, mientras que otras veces era mi propia cabeza la que, en base a sus pensamientos, acababa desembocando de nuevo en ciertos momentos y escenas de 45 años.

Sedimentos.

Es toda una experiencia, 45 años, un film que en apariencia no es más que lo que indica su argumento: un matrimonio (los citados Charlotte Rampling y Tom Courtenay) está a punto de celebrar su cuadragésimo quinto aniversario de boda. A pocos días de dicho festejo el marido recibe una carta en la que se le informa sobre el hallazgo del cuerpo congelado de su primer amor, un amor que se perdió, con él presente, en los glaciares de hielo de los Alpes suizos, hace más de cuarenta y cinco años.

En este punto, hay dos claras vías por las que profundizar y diferentes puntos de vista en función de lo que nos interese conocer. Haigh, en este caso, opta por centrarse sobre todo en la posición del segundo amor, Rampling. No es que se olvide de su contrario, Courtenay, es que es en la mujer en quien se pone el acento de las consecuencias de la noticia en su marido (y en quien nos vemos reflejados). Quizás porque la historia del primer amor que deja huella ya se ha contado varias veces, y sin embargo pocas se ha contado lo que implica ser el otro, muy pocas, sobre todo sin que el otro lo haya sabido nunca tan profundamente. El hecho de tener que conocer y de saber de un mundo del que nadie te había hablado, o del que solamente conocías la escarcha. Pero claro, en este caso ocurre más de media vida después de aquel suceso.

Y a partir de aquí es donde nacen y se desarrollan otros pensamientos que, supongo, cada espectador asimilará a su modo. La verdad es que 45 años es lo suficientemente reflexiva y muestra las suficientes capas de la relación de esta pareja como para abrir debate en alguna otra que se enfrente junta a este relato. El hecho de que, por amor, podamos estar regalando los mejores años de nuestra vida a otra persona… o se los estés robando a otra, puede ser un punto clave. El sentido que tiene tu vida después de tantos años y de descubrir algunas cosas que antes no sabías, puede ser otro.

45 años funciona como una intriga emocional. De ahí que prefiera no decir mucho más al respecto de esta historia. Ni de sus diferentes aciertos, ni de su mirada, sus secretos revelados, sus imágenes, ni de lo que se muestra, ni de lo que se intuye. Tampoco hablaré de los detalles que regala el director en forma de escenas memorables, ni del significado que para uno ha podido tener cada detalle exterior de esta pareja que, de un modo u otro, parece estar desmoronándose ante un hecho cuyas consecuencias conocemos pero cuya repercusión más bien sólo intuimos.

La vida es cosa de dos, dicen, y quizás por eso los celos retrospectivos siempre formen parte de las relaciones, aunque se encuentren enterrados bajo el hielo, fríos como un témpano. Desenterrar el pasado y examinarlo implica descubrir también cuál es la importancia que uno tiene con respecto al otro y encontrarse con los residuos de un amor que, seguramente, se debe uno tener que cuestionar.

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