La exuberancia de la vegetación, la afluencia de multitud de personas y la obvia presencia de vida animal —entre lo urbano y lo exótico— del Parque del Retiro de Madrid sirven de ambientación sonora, de escenario y decorado para los testimonios que María Antón Cabot introduce en <3 (Pico 3). La atmósfera cambiante y voluptuosa, que envuelve los espacios de este lugar de encuentro y ocio, parece invitar a los visitantes a dejarse llevar por sus instintos primarios. La mirada de la directora se posa en ellos a distancia como testigo de rituales de apareamiento y normas ancestrales en las relaciones interpersonales imposibles de desentrañar. Unas imágenes de textura líquida, de formas y colores cambiantes, da paso desde lo abstracto del deseo a lo concreto de la palabra y los cuerpos. El lenguaje se presenta como la mayor limitación del ser humano para explicar nuestras emociones y sentimientos. La atracción, el amor y el deseo sexual que se empiezan a perfilar a edades muy tempranas son el objeto de estudio de este documental, que pregunta tras pregunta quiere capturar la esencia de este fenómeno en aquellas primeras fases de descubrimiento del otro y de uno mismo. Antes de que la experiencia arruine la inocencia y la ausencia de cinismo con la que se abordan estos aspectos tan íntimos con el paso del tiempo.
Parejas e individuos de sexualidades y edades diversas revelan con candidez cómo entienden el amor, cómo descubren la atracción, qué significa construir una relación, la naturaleza heterogénea de las distintas opciones de amarse. La selección meticulosa de los testimonios es consistente con una intención apriorística de abordar una sensualidad original e incipiente, previa a las mediatizaciones sociales desde una perspectiva que exuda ingenuidad. Esto que se siente a lo largo de la película muestra también una contradicción inherente a la propuesta. Queriendo encajar o huir de las expectativas y roles impuestos, los participantes demuestran un conocimiento de lo normativo y de los papeles que se pueden desempeñar en el cortejo y la seducción —tanto en las parejas como en la forma de gestionar la atracción o la ausencia de la misma—. El montaje crea diálogos entre sus distintos sujetos, así como entre ellos y un entorno que está siempre muy presente, como la sensibilidad específica de la directora. Conversaciones casuales y una protagonista que se siente casi involuntaria, una joven que transita en el parque y entre el resto de participantes, que se mueve por los espacios buscando y dejándose encontrar, comienzan a rellenar esos huecos que se intuyen entre las horas y los mensajes del móvil que construyen en la actualidad la conversación y la narrativa del amor contemporáneo.
Las pantallas y las cámaras de los teléfonos se ven aquí como lo que son: una extensión consciente de nuestro propio yo, de la idea que proyectamos hacia los demás y que los demás nos transmiten a nosotros. En este aspecto su representación y uso forman un canal subyacente de información a todos los que aportan su visión, con una sorprendente honestidad en algunos casos. Algo que contrasta con las dinámicas actuales de ocultarse tras un avatar para expresar sin tapujos lo que fuera de ese contexto supone un riesgo más complicado de asumir, que nos deja más expuestos sin ningún tipo de red de seguridad. Todo esto permite el texto y los emojis, lo calculado o espontáneo de las imágenes que compartimos en este espacio intangible digital, que en su peor versión incita al consumo compulsivo del otro para satisfacer nuestras necesidades emocionales y físicas.
Pero esa búsqueda fuera del mundo virtual —o en sus fronteras híbridas que habitamos— que realiza <3 (Pico 3) se desenvuelve con una complejidad disimulada en la sencillez de su aparato formal. De lo difuso e indeterminado del deseo pasa a lo concreto de la palabra y los cuerpos, del encuentro del otro, para acabar con un ejercicio simbólico que bordea el cine experimental, que vuelve a la abstracción de colores y formas acompañadas de una respiración que lo expresa de manera concisa. Lo concreto se vuelve a desdibujar ¿cómo explicar el deseo en sí mismo? ¿cómo capturar ese impulso irracional y el abandono del ser en la búsqueda del placer compartido? Al no eludir esa imposibilidad, María Antón Cabot supera las restricciones del lenguaje desde la consciencia de las limitaciones de sus propias imágenes y proponiendo una resolución basada en la estimulación estrictamente sensorial del espectador.
Crítico y periodista cinematográfico.
Creando el podcast Manderley. Hago cosas en Lost & Found.